Ediición nº 15 - Abril/Junio de 2011

”Los días de gloria”, Mario Conde

”Los días de gloria” Mario Conde Planeta. Madrid 2010. 860 páginas.

”Los días de gloria”
Mario Conde
Planeta.
Madrid 2010. 860 páginas.

Por
Ángel Maestro

Al encontrarse el lector ante un tomo de 860 páginas puede producirse una primera impresión de enfrentarse a una obra de lectura si no difícil, pero si pesada y ardua de digerir ante la extensión .Más al comenzar esa lectura tal prejuicio se disipa, al punto de despertar, más aún avivar el interés al referir desde casi el comienzo no asuntos relacionados con la vida del autor , interesantes y bien descritos desde su niñez en su ciudad natal gallega, Tuy, sus estudios, su juventud, peculiaridades familiares como la estrecha relación con su padre, etc.

Pero por apasionante que fuese la misma, lo que resalta de modo colosal en el libro es el desfile continuo de personajes, personajillos, donde aparecen individuos nobles y honrados, pero en mayor número ,seres malvados, plenos de ambición y en parte muy sustancial repletos de una falsedad intrínseca.

Las andanzas y peripecias de dichos personajes en cuyos círculos se desenvuelve el autor revisten un extraordinario interés, no por la mediocridad y ruindad de bastantes de ellos, si por haber afectado, y profundamente a la vida política y económica española.

La personalidad de Mario Conde ,posiblemente uno de los españoles del último decenio del siglo XX sobre el que más se ha escrito, tanto positiva como peyorativamente, se pone de manifiesto desde el principio al final de la obra. Reluce un innegable orgullo de si mismo y de sus logros, el joven que con veinticuatro años pasa de ser el número uno de su oposición como abogado del Estado, a convertirse con sólo treinta y nueve en presidente del Banco Español de Crédito, una de las entidades financieras más importantes de la nación.

Los obstáculos con los que se encuentra Conde para ello son detalladamente descritos. Desde que con su entonces íntimo amigo Juan Abelló, al haber obtenido un gran éxito financiero con la venta de los laboratorios familiares Abelló, y con su inversión en la mucho mayor compra, y posterior venta de Antibióticos, y en lugar de disfrutar de un saneadísimo patrimonio, entrar en el sancta sanctorum del consejo de administración de Banesto, y pasar a presidirlo. Algo que sonaba a herético donde las grandes familias, los Garnica, Argüelles...controlaban el Banco con un porcentaje mínimo de accionariado personal. Conde arriesgaría su fortuna personal, no siendo por tanto un consejero más al uso como es habitual en varios de los grandes Bancos españoles.

Las dificultades enormes impuestas por ese poderoso organismo que es el Banco de España, ente que funciona tantas veces al margen del Estado de derecho. La oposición feroz de un personaje como el entonces gobernador Mariano Rubio, cuya personalidad repleta de soberbia aparece transcrita con meridana claridad, choca frontalmente con Conde, al rechazar este las en un principio insinuaciones de Rubio, ordenes de obligado cumplimiento por parte de los a veces soberbios y despóticos presidentes de los bancos, plegándose servilmente ante cualquier insinuación o sugerencia del gobernador. La postura de Conde es herética, inmersa en la blasfemia al atreverse a no seguir los dictaos del gobernador. En las páginas asoma con claridad prístina el equivalente a una policía del pensamiento ,pero financiera , cual es el servicio de inspección del Banco de España, quien según soplen los vientos políticos y el capricho del gobernador, autoriza o condena, tolera o castiga, a las entidades financieras. Las leyes y los reglamentos son interpretados por dicho servicio de inspección en un sentido o en otro, que puede pasar de laxo a draconiano sin existir apenas posibilidad de recurso.

Los conflictos y los avatares de Conde, al pasar a ser una personalidad de tanto peso en la vida económica española ,trasciende a esta actividad para convertirse en un verdadero fenómeno social, al que ve observaba con temor por su pase a la vida política, algo que no podía ser tolerado por los rectores de la verdadera dictadura partitocracia que gobierna España. Describe Conde algo que se sigue con fruición, la unión entre dos antagonistas tan virulentamente opuestos como Felipe González y José María Aznar, unidos sin embargo para destruir totalmente un posible paso a la política, con especulaciones sobre un tercer partido y otras, de Mario Conde. El retrato que hace de Aznar es inmisericorde , más aún que el de González.

También aparece en el libro , las figuras de Juan de Borbón y de Juan Carlos de Borbón. Aunque se prodiga en lisonjas, sin llegar a adulatorias, sobre el actual Jefe del Estado, aparece una visión real del monarca, quien asiste a la ceremonia de doctorado “honoris causa”,claro que en el mayor momento de esplendor de Conde. De quien se expresa con cariño y afecto es de Juan de Borbón y Battenberg, y de la relación humana y sentida que con el tuvo hasta su muerte.

La versión que ofrece Mario Conde en su papel, en la salida del general Sabino Fernández Campo, discrepa abiertamente de la que este comentarista escuchó a Sabino durante las frecuentes reuniones que con él mantenía hasta dos meses antes de su fallecimiento, relatando las intrigas de Conde acerca del monarca contra el jefe de la casa del Rey. En lo que si coinciden ambos, fue cuando Sabino manifiesta a Conde durante una conversación que “los Borbones son unos desagradecidos”. Una vez más hay que traer a colación la anécdota de Chateaubriand, referida por Aquilino Duque :” La ingratitud es oficio de los reyes, pero los Borbones exageran”. A la vista de los hechos ,en 2011, el juicio certero de Chateaubriand puede aparecer benévolo.

Un personaje que asoma con frecuencia en la obra es Juan Abelló, aunque con fineza y donosura, retrata su decepción respecto a él; sin esa donosura, sino con crudeza se expresa abiertamente del “traidor” Fernando Garro. Posiblemente las descripciones más crudas, después de este personaje , sean las dedicadas a Aznar , a su reconocida soberbia y antipatía, y a su ambición y resentimiento contra Conde, y también especialmente a Jacobo Argüelles, ejemplo financiero de parásito señoritil ,tal cual lo describe.

Gran cantidad de banqueros, altos financieros, políticos, periodistas, asoman con sus miserias: el despotismo de “D. Pablo”, Pablo Garnica, lo acomodaticio de Juan Herrera, la personalidad de Emilio Botín, la soberbia y el poder de Polanco, el doble juego del conde de Godó, figura de la que obvia el comentario, cual Luis Mª. Ansón etc. etc. Mario Conde se acusa a si mismo de ingenuidad frente a enemigos tan poderosos, de haber creído en las palabras de Polanco, de Godó y similares.

En su afán de notoriedad de la época dorada aparece el elogio a Gorbachov, cuando este era hombre de moda en Occidente, con ocasión de su visita a Moscú y actos patrocinados por Banesto, demuestra poco conocimiento de Rusia ,resultando totalmente antitético con la realidad, al ser uno de los hombres más despreciados en la actual Rusia post soviética. En las últimas elecciones a las que se presentó “Gorby”, obtuvo el 0,05 % de los votos.

Algo que resulta grotesco a lo largo de toda la obra, y no sólo en esta de Conde, sino de cualquiera que trate de la clase política y financiera española, es el absurdo de que cualquier reunión, discusión, exposición de puntos de vista, etc. de forma inexorable cual si fuera la ley de la gravedad, tenga que afrontarse en una comida o en una cena. Incluso entre enemigos viscerales se queda siempre para discutir cualquier asunto para comer o para cenar, donde a pesar de celebrarse en restaurantes del más alto nivel o en espléndidas mansiones , es de imaginar que no disfrutarán en absoluto de las delicias gastronómicas, inmersos en grandes asuntos que se podrían tratar mejor de otra forma. También asoman las cacerías , verdaderos actos sociales donde el interés cinegético es un mero pretexto para otros temas. En las mismas asoma siempre el lenguaje pretendidamente llano, pero señoritil, por ejemplo en las denominaciones al jabalí: “ cazamos tantos guarros”, “tiramos a los cochinos”, etc

En toda la obra resulta nítida también esa soberbia del autor, reiterando numerosas veces su condición de abogado del Estado. Presunción del autor, humana y naturalmente lógica salvo en un ser seráfico, al verse con menos de cuarenta años convertido en un icono de esa España partitocrática, mediocre, ruin, de gran parte de la clase política y también de las altas finanzas, a las que Conde representa con el más crudo realismo. A lo largo de “ Los días de gloria “ el autor demuestra operar en una incesante acción y si las cosas inanimadas actúan absolutamente de acuerdo con las leyes físicas, los seres vivos lo hacen con arreglo a las pautas de su comportamiento (tropismos, instintos, etc ) inscritas en sus correspondientes códigos genéticos. En “Los días de gloria” se manifiesta una simbiosis de motivaciones racionales y de acciones instintivas y veleidosas, una síntesis que aúna razón , a la vez que instinto y pasión.