Edición nš 8 Julio/Septiembre de 2009

Obra de Gabino Amaya Cacho

GABINO AMAYA CACHO
Nostalgia y admiración del cuerpo humano
Exposiciones en Andorra y Zurich


Una de las carencias más notorias del arte contemporáneo es la ausencia del cuerpo humano en su representación y esa privación produce en más de un artista cierta inquietud, nostalgia o melancolía. Esta afirmación reconocida por la crítica de arte, se ha salvado en buena parte por medio de la fotografía, pero desterrar la armonía del cuerpo humano de la pintura, del arte del pigmento, la ha empobrecido cuando no banalizado.

La representación del cuerpo humano ha sido en la tradición pictórica un punto de referencia como belleza y clave de la proporción áurea. Una representación no exenta de dificultad, que se exigía en las Academias y Escuelas de Bellas Artes. La Escuela Española de Pintura y el Museo del Prado son ejemplos elocuentes en la representación de la figura humana en toda su riqueza anatómica.

Algunos artistas como Gabino Amaya Cacho (Madrid, 1962) -nieto del gran escultor extremeño del que hereda su mismo nombre-, no ha caído en la trampa de la fácil representación y ha llevado el cuerpo humano a su pintura, con frecuencia de gran formato, a veces incluso a escala natural. Con ello da rienda suelta a su gusto y constata su admiración por la pintura del siglo XVII, no en balde considerado el Siglo de Oro. También la pintura del XIX ha dejado ejemplos espléndidos en el campo citado.

El desnudo, fundamentalmente femenino es un motivo de representación muy querido por Gabino Amaya, un artista que nació y vivió pintor, por cuanto lleva haciéndolo desde los cinco años y no ha tenido otra actividad que su ardua y exigente dedicación a la pintura. El desnudo como hermoso pretexto para expandir la pincelada, para aplicar el óleo con precisión y acierto, para evocar unos cuerpos que van más allá de la representación realista.

La mitología greco-latina es otro campo abordado por el pintor. La mitología, según los estudiosos, cristaliza las conductas humanas en una serie de mitos o historias de validez universal. Ícaro y Dédalo; Las edades de Baco; Las tres Gracias; Concierto para Venus...son algunos de los títulos de su serie iconográfica llevada a cabo por el autor.

El retrato es un género bien trabajado por G. Amaya. Empresarios, políticos, intelectuales, escritores, músicos y damas se han puesto ante su caballete, donde el artista establece el reto y la batalla entre el pintor y el modelo, la realidad y la representación, el ser humano y su reflejo en el color y la forma. Entre los retratos más destacados figura los del escultor Gabino Amaya; el fotógrafo Alfonso Sánchez Portela; Salvador Grimaldi; el académico Pedro de Lorenzo o la presentadora Chábeli Iglesias.

Bodegones y escenas de género son otros aspectos del trabajo del pintor que no pone límites a las retinas. Dibujo y cromatismo, equivalentes a inteligencia y pasión, según la enseñanza de don Eugenio D´Ors, forman parte de la maestría de este artista, que no renuncia a la figura y al cuerpo humano porque está convencido de su valor permanente.

Gabino Amaya, -que reconoce entre sus maestros, además de a su abuelo, el escultor del mismo nombre, Gabino Amaya, a los pintores Pedro Mozos y Agustín Segura- expone recientemente en Andorra y Zurich.


Anillo creado por Laura Márquez

Laura Márquez
Joyas creativas para tiempos de crisis

Julia Sáez-Angulo
“No hay que amilanarse en tiempos de crisis”, sostiene la diseñadora Laura Márquez. “Alegría, ritmo, color, originalidad y diseño exclusivo” dan buena pauta a sus joyas para clientes en tiempos difíciles. La diseñadora madrileña que tiene su coqueta joyería en la calle San Bernardo se siente orgullosa de que cada vez son más los que acuden a ella para que les diseñe una joya especial de pedida, de aniversario o de conmemoración.

“Son muchos los arquitectos e ingenieros que buscan mis diseños y eso me satisface, porque sé que ellos entienden mucho de creatividad”, declara Laura Márquez al tiempo que muestra sus últimos trabajos en las vitrinas de la exposición abierta al público.

“En estas últimas series he optado por joyas interactivas y con movimiento, algunas ligeramente lúdicas. Me gusta que funcionen casi como amuletos”, dice mientras muestra una pieza de plata con cristales de roca de distintos colores y otra con una drusa o ágata cristalizada en un prisma.

La naturaleza es sorprendente en sus piedras nobles tanto por su forma como por su cromatismo. Márquez juega con las formas de las piedras que salen del aro de plata u oro y se manifiestan en equilibrios en apariencia imposibles. Hay sortijas, donde la piedra va hacia atrás y prolonga la longitud del dedo. Algo similar lleva a cabo con sus brazaletes de muñeca o de brazo en plata y oro con piedras de diferentes tonos.

La diseñadora juega con el rico colorido de los ópalos y algunos de ellos le han inspirado la serie Klimt, por la similitud de su colorido. Destacada también su serie de Paisajes a base de drusas y jaspes que parecen apresar un bosque fosilizado en miniatura y que sirven tanto para broches como para colgantes.

Singulares sus pendientes en plata de la serie Ave con doble visión de frente o de perfil, en los que resaltan formas similares a los picos o cabezas de pájaro. Sortijas sonoras con perlas de Tahití, a modo de juguetes. Un collar de perro articulado en ondas que se adapta con finura a la piel de cada cuello. Piezas alegres con cianitas, lapislázulis o turquesas reconstituidas… Un colgante singular con piedra de meteorito.

“Han disminuido los clientes extranjeros, pero los nacionales se han hecho más exigentes y eso estimula la creatividad. Me gusta hablar con aquellos que buscan y quieren algo especial porque siempre acabo por encontrarles lo que buscan”, dice Laura Márquez, al tiempo que muestra el colgante Horus con piedra sol y piedra luna en oro blanco. El corazón, un icono clásico, cobra renovada presencia en sus diseños lapidarios, en medio del brillo y del mate que los sustentan.

HOMENAJE A EUGENIO LÓPEZ BERRÓN



Julia Sáez-Angulo


El artista Eugenio López Berrón tiene un museo en su localidad natal, Gotarrendura (Ávila), un lugar teresiano por excelencia, donde la santa carmelita reformadora pasaba sus veranos y donde incluso pudo nacer, según algunos autores como el padre Efrén de la Madre de Dios. Ahora la Casa de Ávila en Madrid le ha ofrecido un homenaje a su trayectoria, al que acudieron numerosos artistas y escritores como Ana Muñoz, Ricardo cejudo Nogales, López Soldado, Mercedes Ballesteros, Pablo Carnero, Mar Capitán, Fernando Mora, Agustín Romo y otros.
El presidente, don Agapito Rodríguez Añel pronunció las palabras laudatorias sobre el homenajeado y seguidamente la conferencia sobre la obra del autor, en la que se hicieron seis apartados de su obra bajo el título general del López Berrón, Paisajista urbano: Tres ciudades: Madrid, Barcelona y Ávila; Cornisa cantábrica; Vedette; Ciudades fabuladas; Bodegones, retratos, y Obra gráfica.

Eugenio López Berrón natural de Gotarrendura (Ávila) 1941, es profesor de dibujo y Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó estudios en Francia, Italia y Egipto. Entre los premios que posee este destacado pintor se pueden resaltar la III Medalla de Arte Universitario en 1968, la mención honorífica en la exposición “Temas de Madrid”, mención honorífica en 1975, premio en 1976 y premio del Excmo. Ayuntamiento de Madrid en 1977, la III Medalla Salón de Otoño de Madrid 1983, el premio Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha

López Berrón ha sido un paisajista plenairista y ha recreado como nadie la capital de España, la Ciudad Condal y la noble ciudad de Ávila. Pintor de brumas, nieblas y lluvia, ha pintado numerosas ciudades del norte de España como San Sebastián, Bilbao, Gijón, Vigo, buscando la luz plateada de esos lugares. El gris es el color de la sabiduría, decía Pacho Cossío; también el de la elegancia.

El artista expuso en la madrileña galería Infantas, vistas de Francia, sobre todo París, Burdeos y Honfleur; Países bajos, en especial, Brujas; Rumanía, particularmente las tierras del conde Drácula; Praga y otros lugares.

“La ventana es un abismo domesticado”, escribe Carlos Vitale en Unidad de Lugar. Los cuadros de López Berrón son miradas de contemplación acunadas por su retina, imaginación y pincel. Hay cuadros de la capital de España en los que el pintor funde las torres y cúpulas de las catedrales, basílicas e iglesias. Una línea de horizonte de invención muy particular partiendo de lo real; un sky line sui generis del artista. En otros cuadros hace el mismo juego con los tejados de Madrid, como si fuera el diablo Cojuelo, personaje de la novela de Ladrón de Guevara.

Hermoso el cuadro titulado “Desde el Torreón de Atocha”, una vista soberbia de la plaza, la estación y el ministerio de Agricultura. Singular el paisaje nevado en la Casa de Campo, con fuerte contrastes de blanco o el titulado “Desde el viaducto”.

Interesante el cuadro sobre el Convento carmelita de San José (Ávila), primera fundación de Santa Teresa de Jesús, cuadro que va a ser portada del libro de Ana de San Bartolomé, fundadora del primer Carmelo en Flandes, religiosa que vivió entre los siglos XVI y el XVII, y que saltó todas las barreras que condicionaban a una mujer de su época y de su entorno. Fue digna hija de la audaz reformadora del Carmelo descalzo.

Alberti escribió en el Quatrocento que el paisaje es un género autónomo, apropiado para el descanso de la vista del hombre. Los paisajes de López Berrón guardan el ensimismamiento de los lugares, ausentes de la presencia del hombre, para concederles el silencio que envuelve e invita a la contemplación. No en balde los poetas hablan del paisaje de la dicha en la pintura.

Roberto Cahpí

Tres compositores españoles en efemérides:
Albéniz, Chapí y Tárrega

por
Julia Sáez-Angulo




La Real Casa de la Moneda ha querido conmemorar las efemérides del fallecimiento de tres grandes músicos españoles con una exposición homenaje a los mismos, a base de piezas procedentes de las colecciones permanentes de la institución: dibujos, grabados, sellos, medallas, billetes de banco y de lotería nacional, etc. Isaac Albéniz (1860 – 1909); Ruperto Chapí (1851 – 1909) y Francisco Tárrega (1852 – 19009).

Entre las piezas más destacables de la muestra se encuentran: la plancha y el billete de veinticinco pesetas con la efigie de Albéniz; los dibujos originales para el sello de Chapí, por José Antonio Prieto o el sello de la serie Personajes, con valor facial de 50 pesetas de Tárrega, junto a correspondiente dibujo original. Además de estas obras sobre los compositores, se muestran otras referentes a la Música en general, abundantes en la citada institución. La mayor parte de las piezas expuestas fueron ejecutadas por personal de la propia Casa de la Moneda, verdaderos maestros del dibujo, el grabado y la miniatura para utilizar posteriormente en las emisiones de monedas, medallas o sellos.

Isaac Albéniz nació en Camprodón (Girona) y fue un gran autor e intérprete de piano además de temas orquestales. Su célebre suite Iberia es una de sus composiciones más celebradas.
Ruperto Chapí nació en Villena (Alicante) y compuso la ópera Margarita la tornera o célebres zarzuelas como: El rey que rabió; La tempestad; La bruja; El tambor de granaderos y la más popular La revoltosa. Junto a los hermanos Quintero y Arniches promovió la creación de la Sociedad General de Autores.
Francisco Tárrega nació en Villarreal (Castellón). Entre sus obras más conocidas para guitarra figuran: Recuerdos de la Alambra, Aires nacionales españoles y Danza mora.

Tres maestros de la música española, cuya vida y obra transcurre en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. Esta muestra responde a la nueva filosofía de la institución de crear sucesivas exposiciones periódicas con los fondos del Museo de la Casa de la Moneda, que cuenta con siete mil quinientas piezas, de las que sólo se expone el tres por ciento de las mismas. Un museo que con el tiempo aparecerá en su totalidad digitalizado para su consulta en la red. Entre los proyectos de exposiciones referidas a efemérides figuran el centenario del nacimiento de Braille, de Bacon y el 50 aniversario de los Derechos del Niño.
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