LA EXPULSION DE LOS MORISCOS O “CRISTIANOS NUEVOS DE MOROS”

por Laura López-Ayllón

El 4 de abril de 1609 el rey Felipe III firmó un decreto por el que se expulsaba a los moriscos de las tierras de la Monarquía Hispana, una medida cuya radicalidad e inhumanidad sigue sobrecogiendo y que duró hasta 1614, etapa en la que salieron de España obligados 275.000 habitantes.

Este año se cumplen pues cuatrocientos años de esta medida, considerada por muchos como uno de los episodios más infames de nuestra historia, a pesar de que otros consideran que fue consecuencia de los temores ante la inseguridad nacional a que algunos de ellos se confabularan contra la Corona Española apoyados en países extranjeros.

Los moriscos eran descendientes de los árabes que, tras la victoria de los Reyes Católicos en 1492, fueron obligados a convertirse en 1502 bajo pena de expulsión para mantener sus casas y tuvieron que convivir 400 años bajo el dominio de los cristianos. El embarque se realizó primero en la zona de Valencia, (el Grau, Alicante, Vinaroz, Denia….)y este hecho, junto a la rebelión de las sierras de Laguar o Muela de Cortés, fue reflejado en las pinturas de Pere Oromig, Francisco Peralta, Jerónimo Espinosa o Vicent Mestre..

Se calcula que vivían en Granada antes de la conquista unos 200.000 musulmanes y ellos junto a los mudéjares que vivían en otros territorios de la península fueron llamados a partir de la conversión “moriscos”. Al parecer los Reyes Católicos se comprometieron por ellos mismos y sus herederos a respetar “los ritos mahometanos”.
y a que “ningún moro se torne por fuerza cristiano”.

Pero tras la etapa de Hernando de Talavera, que intentó la conversión razonada, llegó en 1499 el cardenal Cisneros que fue el encargado de acelerar las medidas de conversión y propuso que quienes abrazaran la cruz obtuvieran privilegios, que los esclavos conversos fueran liberados o que los convertidos pudieran recuperar las tierras que habían perdido en 1492. Los que no lo hicieron pudieron sufrir cárcel o la tortura. El arzobispo Cisneros ordenó también quemar los libros de temática religiosa escritos en árabe y envió el resto a la Biblioteca de Alcalá de Henares. El historiador Modesto Lafuente asegura que hubo días en que hasta 3.000 conversos pidieron la conversión.

Sin embargo, estalló una rebelión en el barrio granadino del Albaicin cuando algunos moriscos mataron a pedradas a uno de los dos hombres del Arzobispo que llevaban prisionera a una joven. La rebelión, que luego se extendió a las Alpujarras, fue difícil de dominar y sólo pudo hacerlo un ejército mandado por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Tras la rebelión los moriscos granadinos fueron obligados a dispersarse en otras zonas como Murcia, Extremadura,Castilla, Aragón, Valencia

La rebelión se extendió también a otras zonas a sierras de Almería y Málaga hasta que llegó la paz en 1502. Años después, ya en tiempos de Carlos V, estalló otra rebelión en la Sierra de Espadán (Castellón) el año 1526 y el Emperador les prometió que durante 40 años la Inquisición no les molestaría, que podrían conservar sus costumbres y armas, tener sus cementerios y hablar algarabía (mezcla de árabe y castellano) como entonces llamaban los cristianos a la lengua árabe.

Felipe II convocó una Junta de teólogos en 1566 que dictaminó que los moriscos, a los que los cristianos veían como competidores por aceptar sueldos más bajos, debían asimilarse a la vida española, hablar castellano, vestir como los cristianos (llevar las mujeres el rostro descubierto por ejemplo) y abandonar sus fiestas típicas, lo que provocó la rebelión de LAS ALPUJARRAS (1569-1571).

Conocida por muchos como la rebelión en la que el hermano del rey, Don Juan de Austria, derrotó a Abén-Humeya, el nombre adoptado por el noble de origen musulmán Fernando de Valor que fue nombrado rey por los moriscos. Tras la derrota, los moriscos tuvieron que dispersarse por otras zonas de la península y abandonar sus casas alpujarreñas, siendo los más violentos deportados a Marruecos, Argelia y Túnez.

Años más tarde, en tiempos de Felipe III, la población morisca se concentraba sobretodo en Valencia, Andalucía y Aragón y se dedicaba mayoritariamente, pero no en su totalidad, a la artesanía y al cultivo de huertos y jardines para monasterios y nobles.

La población crecía más que otras y hubo voces que advirtieron de la situación llegando a pensar, según nos cuenta Gregorio Marañón, en una castración colectiva. El consejero real Ponce de León desaconsejó la medida porque lo consideró un procedimiento opuesto al catolicismo, además de inhumano y bárbaro.

Al rey se le presentaron fuertes presiones que abogaban por una deportación masiva, entre ellas las del arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, que opinaba que nunca llegarían a convertirse de verdad. Tras otro edicto de gracia en 1602 para todo morisco que abjurase en público de Mahoma, el rey tomó la decisión de expulsarlos en 1609 tras teme otra amenaza de conspiración con Francia y Holanda.

LA EXPULSIÓN

Los moriscos tras conocer la decisión real vendieron sus propiedades a cualquier precio o emigraron por su cuenta. El decreto estableció que seis de cada cien familias pudieron quedarse en España para instruir en sus oficios a los cristianos viejos, pero también se quedaron las moriscas casadas con cristianos viejos, los niños menores de diez años, los ancianos y los minusválidos.

Este resquicio fue aprovechado por los moriscos para acomodar bodas amañadas. Otros intentaron probar que sus antepasados eran cristianos viejos y algunos se dedicaron al bandolerismo.

Se permitió que algunos volvieran tras el viaje para contar a otros que todo iba bien y en algunos casos y, a falta de suficientes barcos, los moriscos contrataron a otros marineros franceses e italianos, pero se sabe que muchos de ellos sufrieron abusos, robos o muerte por ahogamiento en el mar.

La salida de entre 300.000 a 350.000 moriscos se inició con la expulsión de los de Valencia y después los de Andalucía y Murcia, a los que siguieron los de Aragón y Cataluña y después los de Castilla y Extremadura.

Las crónicas de la época como la de Cabrera de Córdoba cuentan los ataques de cristianos viejos a moriscos durante el viaje hacia el embarque y sus consiguientes respuestas y algunos narran como se iban cantando, aunque en alta mar imperaban los sollozos y la tristeza y se denunció el especial peligro que corrían en los barcos las moriscas entre soldados y marineros.

Las noticias de los desmanes soliviantaron a la población morisca que todavía permanecía en la península y 12.000 volvieron a sublevarse, pero al fin depusieron las armas.

También existió solidaridad de sus vecinos como en Avila, donde la relación fue muy buena, a pesar de eran gravados con más impuestos que sus vecinos, pero que se dieron casos en los que los cristianos viejos de un mismo gremio colocaron a sus hijos en casa de sus vecinos moriscos para que aprendieran el oficio.

En general, según comentó en el Congreso de Granada Serafín de Tapia, la relación entre los cristianos viejos y los moriscos fue muy buena en Castilla la Vieja según los documentos que se están estudiando los documentos municipales.

DESTINOS

Los que pudieron elegir lo hicieron a Francia, donde se dedicaron a la agricultura, o a Italia, donde no fueron admitidos, pero en su mayoría lo hizo hacia el norte de Africa, donde no siempre fueron bien recibidos como los que llegaron a Argel, atacados nada más llegar y rechazados en la capital tras pasar varios días alimentándose de hierbas en el camino.

Otros, según el profesor de la Universidad de Toulouse Bartolomé Benassar citó en el congreso de Granada, optaron por la piratería como los del pueblo de Hornachuelos, en Extremadura, que se hicieron dueños de la República corsaria de Salé. Alguno de ellos, como Mami Arraez, llegaron a trabajar con el mítico Barbarroja. Los corsarios atacaron especialmente las islas Baleares y Valencia, las costas catalanas y el Algarbe portugués.

ASPECTO DE LOS MORISCOS Y LAS COSTUMBRES QUE LLEVARON DE ESPAÑA

La profesora de Túnez Raja Yassine Bahri, experta en el conocimiento de los moriscos que llegaron a su país, contó en su ponencia del congreso de Granada que los moriscos
que llegaron a Túnez eran en un sesenta por ciento rubios de tez clara y ojos azules y Zeineb Essaddam, que muchas de las familias, que en general son educadas, refinadas y tradicionalistas, conocen su origen andaluz.

En un cuestionario reciente elaborado en Túnez entre 25 familias moriscas, se ha puesto de manifiesto que muchas, aunque no conservan los documentos, conocen su origen andaluz y la historia de sus antepasados, ya que entre otros motivos se han casado entre primos. En estas familias, en las que el 35 por ciento son de ojos azules o verdes, el 60 por ciento los tienen marrones o castaños.

Fundaron numerosos pueblos como Bizer o Soliman y, aunque algunos tuvieron que volver, otros llevaron a la cultura de Túnez desde recetas de cocina como el arroz con leche o el mazapán, a trajes como la jobba (bordada con hilos dorados) o la cofia.

Añadió que en algunas zonas siguen celebrándose las bodas como se hacían en España antes de la expulsión y en este sentido precisó que recientemente se ha descubierto un manuscrito en la Real Academia de la Historia de Madrid en el que padre trinitario Francisco Ximénez narra las costumbres que descubrió durante su estancia en Túnez de 1720 a 1735 como la costumbre de recitar romances, caso del de los infantes de Lara o de tomar el fresco a la puerta de la casa.

En general se sabe que al llegar a destino muchos de los moriscos fueran reculturizados y reislamizados (rezaron de pie durante cincuenta años)y en este sentido se recuerda que una de sus figuras, el conocido como, “El mancebo de Arévalo”, comenta una sura del Corán sin haber contado con la fuente.

Muchos de los moriscos afincados en Túnez tienen apellidos españoles, hablan castellano y conservan la llave de la casa que dejaron en Chefchaouen (Granada) como mostró a El Mundo el pintor Andalusí Abderghafar Akel, que lo descubrió al sacar de una bolsa lo que había llevado su antecesor Ibrahim ben Ali. Este morisco, viendo lo que se avecinaba, decidió en 1940 vender sus propiedades y se estableció en El Rif, adonde vio llegar después sin nada a sus vecinos expulsados.

Otros de los descendientes de moriscos de Túnez es el historiador tetuaní Mohamed ibn Azuz Hakim, que tiene hasta 14 apellidos españoles. En Tetuán, donde hay localizados 821 apellidos españoles, entre ellos Torres, Aragón, Grande o Molina, se calcula que el 13 por ciento de sus habitantes tienen origen andalusí. Los documentos sobre esta comunidad están guardados en la biblioteca particular Daoudia, propiedad de otra familia morisca.

ALGUNOS VOLVIERON

Tras algunos meses de estancia en el extranjero, algunos volvieron protegidos por monjes y nobles, hasta el punto de que se llegaron a promulgar edictos amenazando con penas de galeras a los que regresasen.

Cervantes, a través del personaje de Ricote, nos cuenta en El Quijote como fueron rechazados en algunas zonas de Africa y cuando Sancho le pregunta porque ha vuelto le responde “doquiera que estamos lloramos por España; que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural”.

En cualquier caso se sabe que en el destierro, el valenciano se sentía diferente al castellano.

LA RELACIÓN DE LOS MORISCOS CON LA INQUISICIÓN

La relación de los moriscos con la Inquisición fue abordada en el Congreso de Granada por la profesora Mary Elizabeth Perry, de la Universidad de California, quien puso de manifiesto que a través de la Inquisición se han conservado documentos, a través de los cuales puede conocerse como prefirieron dar imagen de gente buena, algo tonta y se conocen algunas de las técnicas con las que se defendieron para mantener su religión en lo que eran “maestros de supervivencia”. Diego Martín , por ejemplo, dijo que se cambiaba de ropa en viernes porque su mujer, Leonor de Morales, “se la daba”.

Se sabe, comentó Luce López-Baralt, que la mujer llevaba en el pecho los manuscritos que pudieran resultar comprometedores para poder así argumentan que si las quitaban las violaban.

En cierta ocasión, se les prohibió organizar zambras (fiestas) y se les obligó a dejar las puertas abiertas los viernes por la tarde para comprobar que no celebraban las ceremonias musulmanas.

La Inquisición consideró a las moriscas como peligrosas porque transmitían a los niños, a los 12 años aproximadamente, su lengua, religión y cultura. Los niños contestaban a los inquisidores “mi madre me lo ha enseñado”.

PERSONAJES MORISCOS ESPAÑOLES

Los moriscos tienen imagen de agricultores, comenta Zeineb Essaddam, pero eso no es exacto, y recuerda los personajes como Ignacio de las Casas, Pedro de Valencia o Alonso de López, que llegó a consejero de Richelieu y que muchos han tenido por judío..

A finales del siglo XVI los moriscos comenzaron a escribir en caracteres latinos
y en este sentido, Mohamad Rabadán, morisco de Rueda de Jalón, escribió un manuscrito.

También fue de origen morisco el jesuita Ignacio de las Casas, que se opuso al arzobispo Juan de Ribera defendiendo que no se les expulsara y Núñez Muley que elaboró un Memorial d.efendiendo que la lengua que utilizaban era la suya natural y que era una población natural del territorio. Su escrito no tuvo éxito y un año después estalló la rebelión de Las Alpujarras.

Otro personaje morisco fue ALONSO DEL CASTILLO, de finales del siglo XVI, hijo de musulmanes, que fue traductor e intérprete del rey. Alonso fue el primer catalogador de libros de El Escorial. Hoy es el principal sospechoso de la famosa falsificación de los libros plúmbeos de Granada.

El teólogo Muhamad Alguacil huyó a Marruecos y escribió por primera vez en castellano y Jerónimo Bachet, medico de Felipe II y Felipe III, huyó cuando le acusó la Facultad de Medicina de Valencia. La huida de este personaje fue especialmente difícil porque había salvado la vida de Felipe III en su niñez.

La relación de personajes con Mustafá de Cárdenas, que hizo fortuna gracias al comercio y marchó a Túnez, donde fue jefe de la comunidad morisca durante más de 30 años. Los Marín, originarios de Vélez Blanco, conservaron el árabe y fueron traductores.

LAS MUJERES MORISCAS

Varias historiadoras que participaron en el Congreso como Margarita Birriel definieron a las mujeres moriscas, de las que no se conocen nombres como es costumbre en el Islam, pero que fueron auténticas mantenedoras de su lengua y costumbres.

El profesor Bernaboud explicó que los moriscos mantuvieron la oración, las abluciones y el ayuno, que se lavaba a los niños después de ser bautizados y que las mujeres cambiaban sus vestidos tras la boda cristiana y celebraban la boda musulmana con otros vestidos y manjares.

Para Raja Yassine Bahri la mujer morisca mantuvo y se llevó al destierro la costumbre de llevar joyas, los mil colores en sus vestidos y su gusto por los perfumes y por la música andaluza. En este sentido la especialista en música Manuel Cortés señaló que, según manuscritos encontrados, existe cierta continuidad entre la música medieval y la morisca y demandó que sigan los estudios sobre este tema.

CONSECUENCIAS

La salida de los moriscos tuvo graves consecuencias para la economía nacional ya que, a pesar de que eran magníficos labradores de zonas de regadío, no lo eran tanto en secano, pero los cristianos viejos no querían dedicarse a la agricultura y optaban por la vida en la ciudad o por emigrar a América. Muchos historiadores atribuyen a su expulsión el desplomamiento de la población valenciana.

LA LITERATURA CONTÓ LA EXPULSION

El historiador y novelista José Calvo-Poyato recorrió las obras que se han ocupado del tema de la expulsión y destacó seis obras que lo han tratado, entre ellas “A la sombra del naranjo”, “El morisco”, o “León el Africano”. Comentó también las dificultades que se encontraron los escritores españoles al defender en el siglo XIX el tema, lo que le valió a Saavedra Moragas una regañina de Cánovas del Castillo.

LOS ACTOS DE UN CENTENARIO

El Congreso, “Los Moriscos: Historia de una Minoria” se celebró en Granada del 13 al 16 de mayo de este año organizado por la Fundación El Legado Andalusí y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales bajo la dirección de Jerónimo Páez y contó con la participación de más de ochenta investigadores no sólo de España, Francia, Estados Unidos, Holanda, Italia, Irlanda, Méjico y Puerto Rico sino también de los países a los que fueron enviados y donde permanece su memoria, como Marruecos, Túnez, Argelia o Mauritania.

En el transcurso del congreso fueron presentados varios documentales sobre los moriscos elaborados por la Casa Arabe en torno a la vida morisca, sus personajes y la geografía relacionada con ellos.

En el congreso tuvo lugar asimismo el concierto “A las armas moriscote”. “Música para vihuela en tiempos de moros, moriscos y cristianos” a cargo de José Miguel Moreno y fue presentado el libro de la profesora Luce López-Baralt “La literatura secreta de los últimos musulmanes de España”.

Las ponencias abordaron multitud de temas y tuvieron como objetivo poner al día todos los estudios existentes en este momento y las actas serán complementadas con un programa de una decena de publicaciones a lo largo del año 2009, entre las que destacan dos obras del cronista Luis de Mármol Carvajal, la “Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reyno de Granada” en versión nueva de Javier Castillo y “Descripción general de África”, en versión nueva de Fernando Rodríguez Mediano y Víctoria Aguilar, así como una compilación de sesenta artículos con el título de “Los moriscos en la Historiografía Moderna” y la reedición de las “Leyendas Moriscas, deFrancisco Guillén Robles.

UNA EXPOSICIÓN CONTÓ SU HISTORIA EN LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA

Una exposición reunió del 26 de febrero al 28 de junio su historia con el título de “Entre terra y fe. Los musulmanes en el reino cristiano de Valencia (1238-1609)” recordó el drama de esta minoría que tuvo que dejar el territorio español entre la afección a su tierra y su sentimiento religioso.




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