Ediición nº 17- Ocubtre/Diciembre de 2011
Carolina Coronado
CAROLINA CORONADO
SU VIDA Y SU LITERATURA PUSIERON DE MANIFIESTO QUE EL SIGLO XIX NO PERMITÍA PENSAR POR CUENTA PROPIA A LA MUJER.
por Laura López-AyllónCarolina Coronado (Almendralejo 1820-Lisboa 1911) fue una escritora romántica española que destacó no solo por su actividad literaria, sino también por la crítica sobre la situación de las mujeres de su época, que las tenía relegadas al mundo de la casa y de la vida privada, con horizonte vital supeditado al varón.
Escribió poesías, muchas de las cuales fueron recogidas en un volumen de 1843 titulado "Poesías" o poco más tarde como "Poesías de la señorita Carolina Coronado", pero su aportación a la literatura española está también en sus novelas como "Jarilla" o"La Sigea" (1854) o sus obras de teatro, caso de "El cuadro de la esperanza", que fue representada ante la Familia Real en 1849, además de ensayos, artículos y otros textos, en los que abordó la introspección, el amor, la naturaleza, la sátira, la sociedad, la leyenda, los reyes o los héroes.
En su obra, en la que predomina un tono melancólico y el amor humano trasciende hacia el amor místico, son tres los temas fundamentales: la religión, la muerte y el feminismo, en el que escribió un ensayo sobre la analogía entre Safo de Lesbos y Teresa de Avila, por considerar que ambas mujeres lucharon por defender la libertad y la indpendencia de la mujer. En otros poemas como "El marido verdugo", "Cantad hermosas", "La libertad" o "La poetisa en un pueblo".
Defendió la necesidad de un espacio poético femenino alejado del espacio doméstico en el que se recluía a la mujer. En su poema "La flor de agua", de 1845 se refleja su ideología y su sentimiento<:
"Que las cantoras primeras
que a nuestra España venimos
por solo cantar sufrimos,
penamos por solo amar;
porque en la mente quimeras
de un bella siglo traemos
y cuando este siglo vemos
no sabemoso do bogar".
Carolina, nacida en Almendralejo (Badajoz) vivió de adolescente en el campo pero a los veinte años había ya colaborado con varios periódicos españoles y americanos. Casó con el diplomático Justo Horacio Perry, primer secretario de la Embajada de Estados Unidos, y con él viajo fuera de España hasta 1873. A su vuelta creo en su casa de Madrid un salón literario donde se refugiaron los progresistas derrotados en la revolución de 1866, pero en una ocasión le fue negado el acceso a un concurso literario simplemente por ser mujer.
Su poema abolicionista y sus declaraciones sobre el comportamiento de Estados Unidos en Cuba provocaron el cese de su marido y eso le hizo trasladarse a Lisboa donde vivió hasta los noventa años y padeció una depresión por la muerte de su marido y su hija.
Carolina fue admirada por grandes autores de nuestra literatura como Valera, Espronceda o Hartzenbusch, que fue su mentor y su amigo.
Isabel Osorio
ISABEL DE OSORIO, el gran amor de la juventud de FELIPE II.
por Laura López-Ayllón
ISABEL DE OSORIO, (1522-1589), era hija de María de Rojas y de Pedro de Cartagena, descendiente de la familia del judioconverso Pablo de Santamaria. Fue criada por su tío Luis de Osorio, del adoptó el apellido, cuando se quedó huérfana muy pequeña, primero de su padre y después de su madre. Sus dos hermanas, María y Juana conservaron el apellido de la madre.
Era varios años mayor que Felipe II, pero su relación con él duró 15 años, superó los dos primeros matrimonios del rey con su primahermana doble María Manuela de Portugal, y con su tía María Tudor y resistió una larga separación de tres años.
El entonces Príncipe, de 17 años, se asomó con ella al sexo, al parecer en las Navidades de 1542 en Alcalá de Henares, y le construyó años después un palacio en Saldañuela, además de regalarle una fortuna en dinero y joyas. Esta mujer le dio al parecer dos hijos, Bernardino y Pedro, conocido este último en la corte como su sobrino.
La relación fue tan importante que llegó a conocerse en Europa
y el príncipe Guillermo de Orange en la "Apología" que dio lugar a la Leyenda Negra, acusó al rey de bígamo por estar casado con ella cuando celebró su primer matrimonio oficial con María Manuela de Portugal.
En cualquier caso, el príncipe que amó a Isabel de Osorio tanto tiempo era muy diferente a la imagen posterior que tenemos de él, pues era impulsivo y dotado de agudo ingenio para burlas las restricciones de su vida privada a las que le sometió su padre, ya que le había aconsejado que se mantuviera virgen hasta el matrimonio y luego le forzó a casarse con dos mujeres, MaríaManuela primeto y María Tudor después, que no entusiasmaron precisamente al principe, una por su gordura y otra por ser varios años mayor y no precisamente agraciada.
Isabel, cuyo tío materno ya había sido paje de la Emperatriz Isabel, entró en la vida del Príncipe por ser dama primero de su madre y después de sus hermanas María y Juana. Se calcula que conoció íntimamente a Felipe II antes de su primer matrimonio y fue abandonada en Saldañuela en abril de 1559 cuando se estipuló su tercera boda con Isabel de Valois, a la que si se sabe que amó.
Tras esta fecha se enclaustró en el palacio renacentista de Saldañuela, en la carretera de Burgos a Soria, construido expresamente para ella, pero no se casó jamás, al contrario de lo que hizo la otra mujer con la que Felipe II mantuvo relacion extramarital famosa, Eufrasia de Guzmán.
Su deseo de comprar al Consejo de Hacienda la jurisdicción civil y militar de la zona donde se encontraba el palacio
(la vega del río Ausin, entre Olmos Salbos, Cójobar, Saldaña y Sarracín), todo ello en Burgos, enfrentó a Isabel de Osorio con los lugareños que contaban con derechos de caza y pesca. El encontronazo fue grande, pues los guardas de la finca de Isabel de Osorio multaban, detenían e incluso encarcelaban a quienes pescaban o cazaban, hasta el punto de que se instaló una cárcel en los sotanos de la finca. Esta situación, aunque la Real Cancillería diera la razón a Isabel, puso al pueblo en su contra y comenzó a llamar a su palacio "la casa de la puta del rey", sobretodo cuando se supo que el mismísimo Felipe II había financiado a través del tesorero real, la construcción del palacio con 6.800 ducados.
El palacio renacentista de Saldañuela, en la carretera de que hoy está rodeado por una urbanización, se edificó con piedra caliza de las canteras de Hontoria, y es una de las piezas más importantes de la arquitectura italianizante española, lo que llama la atención en medio de los campos de Castilla.
Entre otras características diferenciadas cuenta con una escalera escalonada para permitir la subida en caballo hasta la primera planta, toda ella vivienda de Isabel, pues aún perduran las hendiduras de los cascos de los caballos. La primera planta sale a una terraza corrida por medio de cuatro puertas y suelo de mármol.
En el patio central, además de un relog de sol que se ha conservado, existe una fuente llamada de Las Tres Gracias", que causó en su momento gran escándalo pues de los pezonss de cada una de ellas salían dos caños de agua. Se soporta sobre un Atlas que flanquean los bustos del Rey y de Isabel.El edificio cuenta también con otros detalles de ornamentación típicos de un "nido de amor" como dinteles y capiteles de rostros humanos.
De la relación entre los amantes dan fe también dos cuadros de Tiziano, los dos únicos de contenido erótico que encargó Felipe II, uno muestra a Isabel desnuda y provocadora como Danae, fecundada por Zeus con una lluvia dorada y otro, enviado directamente a Londres durante su segundo matrimonio, se titula "Venus y adonis" y en él que una Venus desnuda intenta retener a Adonis, que se le escapa. Curiosamente destaca el parecido del Adonis con la figura que en aquella época tenía el príncipe, con una imperceptible pelusilla como bigote y barba.
Mari Pau Fomínguez, que ha novelado la historia de amor entre Felipe II e Isabel Osorio, considera que el príncipe sintió a Isabel como su esposa y que entre ellos existía una coincidencia intelectual. Es necesario recordar que ella contaba con una afición literia que procedía de su familia paterna, en la que existieron poetas, teólogos y cronistas. Además había sido formada en los principios del humanismo de Erasmo, en contraposición a los de Maquiavelo.
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