Ediición nº 14- Enero/Marzo de 2011
|
Haga clic aquí para obtener acceso a la Galería. |
LOS REYES MAGOS
LOS REYES MAGOS
Dolores
Gallardo López
La cercanía de la de salida de este ejemplar de la revista a la
festividad de la Epifanía, “el día de los Reyes
Magos”, me ha movido a escribir este artículo. Sirva de
homenaje a las generaciones de niños españoles que, en
una época en que no había tecnología ni
Papá Noel importado, depositábamos nuestros fervientes
deseos infantiles en la carta que cada Navidad escribíamos y
-¡como no! - enviábamos sus Majestades.
En los países occidentales de tradición cristiana se
adoptó la costumbre de celebrar el día 6 de enero el
día de la Epifanía o la revelación de Jesús
al mundo pagano, representado por los Magos que acudieron a adorarlo.
Poco a poco parece haberse olvidado el significado verdadero del
término epifanía y la festividad del 6 de enero
es simplemente la festividad de la Adoración de los Reyes Magos.
Los Reyes Magos o los Reyes Magos de Oriente es el nombre con el que la
tradición católica denomina a los visitantes (tres
según la consideración más extendida) que, tras el
nacimiento de Jesús, habrían acudido desde países
extranjeros para rendirle homenaje y entregarle tres regalos de gran
riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
En España y en algún país iberoamericano existe la
tradición de que la noche que precede el día en el que se
celebra la Epifanía los niños -por extensión
también los mayores- reciban regalos que les “dejan”
los Reyes Magos.
A. EL ENIGMA DE LOS REYES MAGOS
Lo que en la actualidad conocemos sobre estos personajes se debe
más a la leyenda o la tradición que a hechos reales. Las
referencias que tenemos sobre ellos provienen del Evangelio de San
Mateo y de algunos otros evangelios no aceptados por la Iglesia
católica, los denominados “evangelios
apócrifos”.
Ningún testimonio conservado califica como “reyes” a
los personajes que visitaron al niño Jesús. Tampoco
indica ninguno cuántos eran.
El Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que
menciona a unos sabios que, tras seguir haber visto una estrella,
buscan al «Rey de los Judíos que ha nacido en
Jerusalén”, guiándoles dicha estrella hasta donde
vivía Jesús.
En realidad es poco lo que el Evangelio de Mateo dice sobre los sabios
de oriente: no indica un número específico, aunque
menciona que entregaron tres regalos simbólicos: oro, incienso y
mirra:
Mateo 2,1-2:
“Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los
días del rey Herodes llegaron de oriente a Jerusalén unos
sabios preguntando: ¿Dónde está el rey de
judíos los que acaba de nacer? Hemos visto su estrella en
oriente y venimos a adorarlo”.
Mateo 2,11:
“Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre
María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus
tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”.
Según el relato de S. Mateo 2,12, estos sabios, advertidos por
un sueño, emprendieron el camino de vuelta a casa sin pasar a
visitar a Herodes.
Leyendas posteriores dicen que tiempo después, en tanto el
apóstol Tomas evangelizaba oriente, se habían convertido
a la fe en aquel niño al que habían visto a poco de
nacer. Por tanto habrían muerto como cristianos y a una edad
avanzada.
La palabra "sabios" es usada en lugar de la latina Magi,
“Magos”. El término griego
Μαγός tiene procedencia oriental. Del griego
pasó al latín: Magus, Magi, de donde
llegó al español.
Es posible que los llamados Magi que visitaron a Jesús
fueran astrólogos-astrónomos.
La palabra mago, sin embargo, adquirió pronto para los
cristianos connotaciones peyorativas pues se asoció a
prácticas de magia y brujería. En Hechos de los
Apóstoles 8,9-24 y en algunas obras de la Patrística
se repudia como farsante a un personaje denominado Simón
“el Mago”. Quizás este hecho pudo contribuir a que
los Magos que visitaron a Jesús fueran reinterpretados como
reyes y que, debido a ello, su iconografía cambiara, como
veremos.
Examinemos algunas cuestiones acerca de ellos:
1) ¿Cuántos eran?
Como hemos visto en uno de los textos mencionados más arriba de
S. Mateo se indica que fueron tres los regalos otorgados por los sabios
al niño Jesús, pero no se dice el número de esos
sabios. Tampoco aparece en ninguna otra fuente.
En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las
pinturas de las catacumbas romanas a veces aparecen dos, otras cuatro.
La Iglesia de Siria creyó que eran doce, lo que parece
prefigurar los doce apóstoles futuros.
Algunas tradiciones de la Iglesia copta elevan el número hasta
sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos.
En el siglo IV su número entre los cristianos parece quedar en
tres. Después, en el siglo V, el Papa León I el Magno
definitivamente fija su número en tres para toda la cristiandad.
2) Iconografía y nombre
El aspecto iconográfico que presentan ha variado
notablemente en el transcurso del tiempo.
Los Magos siempre funcionaron como una entidad colectiva, no como
individuos; por eso durante mucho tiempo fueron representados
exactamente iguales.
Durante bastante tiempo aparecen vestidos con el traje persa de los
sacerdotes de Mitra, con los pantalones anaxyrides, y tocados
con el gorro frigio.
Un ejemplo de ello es el llamado Sarcófago de Aurelio, del siglo
IV, que se encuentra en museo del Vaticano (ver imagen). Construido en
mármol, de factura poco elaborada, proviene de un taller
secundario, de provincia. La actitud corporal es la misma para los tres
Magos, no se diferencian uno del otro. Visten el traje persa. Los Magos
se dirigen hacia la Virgen, que sentada en una silla de alto respaldo
sostiene a un Niño Jesús recién nacido, fajado e
inmóvil. La figura de la virgen tiene un tamaño similar a
las otras figuras, lo que indica que es una imagen anterior al Concilio
de Éfeso en el cual la Virgen fue declarada Theotokos:
Madre de Dios. A partir de entonces el tamaño se su figura
aumenta con respecto a las otras para indicar su superioridad
jerárquica.
Con la misma uniformidad están representados en sarcófago
de Layos Toledo, fechado entre 310-320 (ver imagen) y en otros muchos.
Pese a la uniformidad con que la que en los primeros tiempos los Magos
son presentados, varía sin embargo la manera de ofrecer los
presentes: en algunos casos los regalos son presentados en simples
bandejas, otras veces en cofres, copones e incluso en el cuerno de la
Abundancia.
En Cripta de la Madona, del siglo III (catacumbas de los santos Pedro y
Marcelino de Roma), en un luneto aparece María, vestida como una
dama romana y con el Niño en brazos, recibe a dos magos,
vestidos con el traje persa, que portan bandejas (véase imagen).
María está pintada de mayor tamaño que los Magos
pues se mantiene la convención romana de representar al
personaje de mayor jerarquía con un tamaño superior a los
otros personajes.
En unas tapas para guardar evangelios del siglo V, del tesoro de la
catedral de Milán (ver imagen), decorada con escenas de la vida
de Cristo, en el panel superior se representa la Adoración de
los Magos. La Virgen sentada en una silla de alto respaldo y se
encuentra en un plano elevado con respecto a los Magos ya que
está sobre una tarima. Dos de los Magos portan bandejas, pero el
Mago central lleva un cuerno de la Abundancia
A mediados del siglo VI la iconografía establece en los magos
una premeditada diferenciación en la edad: uno de ellos es
presentado con barba blanca -para reflejarlo de más edad-, otro
con barba oscura y el tercero, más joven, sin ella.
Así aparecen representados en la iglesia de San Apolinar el
Nuevo, en la ciudad italiana de Rávena de mediados del siglo VI
(véase imagen). La iglesia fue construida como templo arriano
bajo el rey ostrogodo Teodorico a fines del siglo V, pero en el 524 la
consagró por un obispo ortodoxo. En los muros de la nave central
hay sendas procesiones: en uno los mártires, saliendo del
palacio de Teodorico, se dirigen en procesión hacia el altar y
hacia Jesús entronizado; en la pared opuesta la procesión
de santas va encabezados por los tres Magos y se dirige hacia
María y el Niño en majestad. Los tres Magos conducen la
procesión vestidos a la moda persa y tocados con el gorro
frigio, su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a
la Virgen, sentada en un trono con el Niño en su rodilla
izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de
derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar. El conjunto
de ambas procesiones fue hecho cuando la iglesia, ya bajo Justiniano,
pertenecía a la fe católica.
Con el tiempo los gorros frigios con que se los representaba
originariamente a los Sabios o Magos fueron sustituidos por coronas y
también desaparecieron los pantalones anaxyrides.
Comenzó a gestarse la leyenda de los Tres Reyes Magos, que
tardó varios siglos en completarse.
Aunque a partir del siglo IV se comenzaron a conocer los nombres de los
Tres Reyes Magos, sólo fueron categórica y ampliamente
reconocidos por los creyentes cuando se les aceptó en un
pontifical de Rávena del siglo IX.
Beda El Venerable (673-735) -un monje benedictino de asombrosa
erudición, autor de la monumental obra Historia
eclesiástica de los ingleses, que alcanzó un notable
éxito- en uno de sus textos recoge, además de los
nombres, el aspecto físico de los Reyes Magos: "El primero de
los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga
barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de
la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez
blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole
incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar,
de tez morena (fuscus en latín) testimonió
ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre
debía morir...".
A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los
magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos
venían a representar simbólicamente las tres etapas de la
vida del ser humano: 20, 40 y 60 años, es decir juventud,
madurez y ancianidad.
3) Baltasar, el rey negro
Aunque Beda El Venerable, como acabamos de decir, llamaba a Baltasar fuscus,
es decir de tez morena, durante mucho tiempo nadie imaginó la
existencia de un Rey Mago negro.
Según la tradición, los sabios o magos que visitaron a
Jesús eran originarios de Persia, con lo cual
difícilmente podría alguno ser negro.
Desde el siglo XIV, quizás por influencia de la vocación
ecuménica de los predicadores, se empieza a dar un
carácter universal a los reyes magos y pasan a simbolizar las
tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por
los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo
Testamento las define. También, obviamente, de entonces arranca
la tradición de representar a Melchor, Gaspar y Baltasar
montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un
caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente.
Una anécdota curiosa ocurrió en el siglo XVI tras el
descubrimiento de América. Al representar los Reyes Magos a
todas las razas del planeta, algún devoto cristiano tuvo la idea
de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real. De esta
forma en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar,
en lugar de ser un rey negro, es representado como un pintoresco jefe
indio de Brasil de emplumada jabalina (ver imagen).
4) Oro, incienso, mirra
Los Padres de la Iglesia y los teólogos han señalado
diversos significados para los regalos al Niño Jesús.
El oro, metal precioso propio de reyes, simbolizaba el tributo a la
realeza de Jesús, a su calidad de rey. El incienso, de
importante papel en los rituales religiosos y en las ofrendas a las
deidades, era un tributo a la divinidad de Jesús, es decir con
ese presente se reconoce que era Dios. La mirra -usada en los ritos
funerarios, en los embalsamamientos, en la unción de los
cadáveres- era emblema de muerte y sufrimiento y por lo tanto
con ella se lo reconocer como ser humano, sujeto, como todos, a la
muerte. Hay otras interpretaciones.
B. LAS RELIQUIAS DE LOS REYES MAGOS
1) El relicario de los Reyes Magos
La catedral de Colonia es uno de los monumentos góticos
más impresionantes de Europa. Es también el lugar donde
en la actualidad se encuentra las reliquias de los Reyes Magos. En el
año 1164 el arzobispo Reinaldo de Dassel, canciller imperial y
arzobispo de Colonia, trasladó desde Milán a Colonia
estas reliquias.
En el año 1248 se inició la construcción de la
catedral de la ciudad para, entre otras cosas, albergar estas
importantes reliquias. Actualmente es la iglesia gótica
más grande de Europa septentrional. La actual
configuración de la catedral presenta siete capillas, la tercera
corresponde a la tumba del arzobispo Conrado de Hostaden -que el 15 de
agosto de 1248 puso la primera piedra de esta catedral- y la cuarta a
las reliquias de los tres Santos Reyes. En las vidrieras se representa
la historia de los Reyes Magos y la historia del emperador Constantino
y su madre Santa Elena.
En esta magnífica catedral, detrás del Altar Mayor, se
encuentra el llamado “Relicario de los Reyes Magos”. Está
formado por tres sarcófagos: dos de ellos unidos el uno al otro,
el tercer sarcófago descansa sobre los otros dos. El conjunto
formado por los tres tiene la forma de una basílica.
La estructura básica está hecha de madera, la madera
está revestida de oro y plata. Lleva 74 figuras en bajorrelieve
entre las cuales se encuentran escenas de la vida de Cristo y
esculturas de los apóstoles y los profetas, todas ellas
recubiertas con oro. El conjunto está decorado con esmaltes,
marfil y unas 1000 piedras preciosas.
Algunas partes del relicario fueron diseñadas por el famoso
orfebre medieval Nicholas de Verdún, que empezó el
trabajo en el año 1180 o en el 1181. El relicario se
completó alrededor de 1225.
Examinemos cómo han llegado hasta allí las reliquias.
2) Las reliquias de los Reyes Magos en Milán
En la basílica milanesa dedicada a Eustorgio -un gran arzobispo
milanés del siglo VI, que tomó parte en varios concilios
y publicó varios tratados contra los herejes de su época-
se encuentra un enorme sarcófago de piedra. Sus medidas son
excesivamente grandes para un sarcófago: 2 metros por 3,70 de
base, 2 metros de altura. La cubierta es a dos aguas.
Está esculpido en un único bloque de mármol y no
tiene comparación en el mundo del arte romano del que procede.
Los estudiosos subrayan que ejemplares similares se encuentran
sólo en el mundo asiático. En suma, es un
sarcófago, pero al mismo tiempo un gigantesco cofre o caja. Una
pequeña ventana abierta en uno de los lados da a entender que
debió haber sido utilizada como relicario. Los
arqueólogos lo datan en el siglo II o III después de
Cristo.
Si hubiese sido el sarcófago para el cuerpo del santo
milanés, las enormes proporciones no serían
fácilmente justificables. Por otra parte es posible que
Eustorgio fuera sepultado en la zona de enterramientos situada fuera de
los muros romanos, en el camino hacia Pavía. Y sobre ese lugar
enseguida debió elevarse una iglesia.
¿Quién mandó construir este enorme
sarcófago? ¿Para contener qué? Según la
tradición habría contenido durante siglos los restos de
los tres sabios que visitaron a Jesús de Nazaret.
Como llegaron las reliquias a Milán es algo que a ciencia cierta
no se sabe pero desde el siglo XII
En Milán se habla de las reliquias de los Magos en el año
1158, no antes.
En el siglo XII empezó a circular la siguiente leyenda:
Elena -santa Elena, si se quiere- fue madre del emperador Constantino
el Grande. En el 324 había seguido a su hijo el emperador
Constantino a Palestina y allí reunió numerosas
reliquias. Incluso milagrosamente encontró en la colina del
Gólgota restos de la Cruz donde Jesús fue crucificado
(esa reliquia es llamada la Vera Cruz). También desde
Persia hizo trasladar a Costantinopla los despojos mortales de los
Reyes Magos, que hasta entonces habían permanecido dispersos. En
Constantinopla los huesos fueron puestos en un gigantesco
sarcófago de granito,
Tiempo después, en el siglo VI, los milaneses eligieron como
obispo a Eustorgio, el cual visitó Constantinopla para que el
emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. El emperador
de Bizancio le regaló los cuerpos de los tres reyes.
Eustorgio decidió trasladar las reliquias hasta la lejana sede
de su diócesis. Para ello adquirió dos robustos bueyes y
un carro, hizo cargar sobre éste el sarcófago y
emprendió la marcha. Alguna versión de esta leyenda
refiere que la misma estrella que siglos antes había
señalado a los Reyes el camino de Belén,
resplandeció en la ruta de San Eustorgio, y lo guió a
todo lo largo del difícil camino. Pero al pasar por las
ásperas montañas de los Balcanes, un lobo hambriento
asaltó y mató a uno de los dos bueyes. Para continuar su
viaje, San Eustorgio domeño a la fiera insolente y la
unció al yugo de su víctima. El lobo salvaje acabó
transformado en lobo de tiro. San Eustorgio llegó a Milán
con el carro cargado con los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar y
tirado por un buey y un lobo manso. Fue recibido con júbilo por
los milaneses.
No es la única leyenda sobre las reliquias de los Reyes Magos.
Un cronista francés, Roberto de Monte Saint-Michel
(¿1110?-1186, nacido en Torigni –sur-Virey y conocido en
la actualidad como R. del Monte Saint, por ser abad de la famosa
abadía de ese monte) escribía que en el año de
1158 los milaneses habían encontrado en una capilla cercana a la
ciudad los restos de los cuerpos de los tres Magos.
También se dice que el cronista anglosajón Guillermo de
Newbury -vivió en la segunda mitad del siglo XII-
escribió que, cuando Federico I Barbarroja, emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, asediaba Milán, los milaneses,
para no dar facilidades a los asediadores, decidieron arrasar los
arrabales y hallaron las reliquias «compactas en los huesos y en
los nervios... y cuando fueron encontradas un cerco de oro rodeaba los
cuerpos, uniéndolos entre sí». Naturalmente los
preciosos restos fueron trasladados dentro de las murallas.
¿Sirvió el enorme sarcófago conservado bajo las
bóvedas de San Eustorgio para custodiar esas reliquias? Nadie lo
confirma, pero ciertamente sus dimensiones hacen sospechar que
debía haber estado destinado a acoger algo fuera de lo normal.
En todo caso en el año 1162 Milán fue tomada, saqueada y
destruida por Federico I Barbarroja, emperador del sacro Imperio Romano
Germánico. Su consejero Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia,
en medio de la contienda no olvidaba los intereses de su
diócesis, pidió y obtuvo del emperador permiso para
llevar a la ciudad renana las ilustres reliquias. También hay
una serie de leyendas acerca de cómo consiguió quitar las
reliquias a los milaneses. En 1164 las reliquias salieron de
Milán.
3) Las reliquias en Colonia
El traslado a Colonia se produjo con gran pompa. El sucesor de
Reinaldo, Felipe de Heinsberg, mandó construir el
magnífico relicario que más arriba hemos descrito.
Las peregrinaciones se multiplicaron y el papa Inocencio IV
estableció indulgencias para quien peregrinara a venerar los
cuerpos de los Magos.
¿Y Milán? Siempre hubo en la ciudad personas que no se
resignaron a la pérdida de las reliquias. En el año 1495,
el papa con el nombre de Alejandro VI (Rodrigo de Borja) a instancias
del duque de Milán Ludovico Sforza “el Moro”,
pidió al arzobispo de Colonia la restitución de las
reliquias pero el arzobispo se negó.
Tampoco tuvieron éxito en sus gestiones Pío IV, que era
milanés, ni Gregorio XIII ni Felipe II, el rey de España,
cuando dominaba el Milanesado.
El 20 de julio de 1864 el relicario se abrió y fueron
descubiertos restos humanos que se supone que son de los tres Reyes
Magos y monedas de la época de Felipe de Heinsberg.
En la frontera del siglo XIX con el XX triunfó la habilidad
diplomática del Cardenal Ferrari, arzobispo de Milán: en
1903 obtuvo la restitución de una tibia, un húmero y un
esternón. Estos tres huesos hicieron el viaje en tren,
vía Basilea-Lucerna-Como; a su llegada fueron transportados con
gran solemnidad a la Basílica de San Eustorgio.
Nota:
Aviso Legal. Copyright
© Editanet 2008-2011.Reservados todos los derechos