Ediición nº 14- Enero/Marzo de 2011
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Lucrecia
LUCRECIA
Dolores Gallardo López
Desde el día 4 de noviembre se representa en el Teatro Español de Madrid la obra La violación de Lucrecia, sobre el texto de W. Shakespeare, obra de 1594. Este texto fue llevado a la ópera por Britten con el título El rapto de Lucrecia.
La única intérprete es la galardonada y reconocidísima actriz y directora Nuria Espert, una de nuestras grandes damas del teatro, que a sus setenta y cinco años aborda el titánico esfuerzo de recrear cinco personajes en el escenario.
La dirección corre a cargo de Miguel del Arco.
El texto se ha traducido en un verso blanco de excepcional belleza.
La originalidad de esta puesta en escena consiste en que Nuria Espert, sola en el escenario, como ha quedado dicho, interpreta los cinco personajes del texto: la joven Lucrecia, Colatino (su esposo), Sexto Tarquinio (el violador), un patricio romano y el narrador.
El tema de la obra enlaza el final de la época primitiva de la monarquía romana y el paso a la República, dado que Sexto Tarquinio, el violador de Lucrecia, fue hijo del último rey de roma y Colatino, el esposo de la desafortunada Lucrecia, uno de los dos primeros cónsules que eligieron los romanos.
¿Cómo ocurrió todo esto?
La Lucrecia histórica
Los primeros siglos de la existencia de la ciudad de Roma fluctúan entre la leyenda y la historia.
Los únicos autores de los que conservamos un relato completo de la Roma arcaica son Tito Livio en los primeros libros su obra, Ab urbe condita, y el griego Dionisio de Halicarnaso, autor de Antiquitates romanas. Ambos son grandes maestros de la Historia. Vivieron en la época de Octavio Augusto.
De ambos conservamos la parte de su obra que corresponde a la Roma arcaica. Los dos presentan un cuadro semejante: la omisión de algunos sucesos en uno u otro -más que utilización de fuentes diferentes- denota generalmente la diferente postura crítica de cada uno de ellos con respecto a los hechos que relata.
Lucio Tarquinio fue el último rey de Roma. Yerno del anterior rey –Servio Tulio, el último representante de la monarquía legítima- conspiró contra su suegro, que fue asesinado en la revuelta. Así alcanzó el poder. Este Tarquinio conocido en la historia como Tarquinio “el Soberbio”.
A lo largo de su reinado se fue haciendo cada vez más odioso al pueblo de Roma. La inicua muerte de la joven Lucrecia fue la gota que colmó el vaso del descontento popular contra el rey Tarquinio y su familia.
El ejército romano asediaba la ciudad de Árdea, principal ciudad del pueblo de los rútulos. Aprovechando los momentos de descanso de los trabajos del asedio los hijos del rey de estas labores los hijos del rey y sus amigos solían reunirse.
Un día, en la tienda de Sexto Tarquinio -uno de los hijos del rey Lucio Tarquinio- en el curso de una de esas reuniones comentaron los presentes las excelencias de sus respectivas esposas y se provocó una acalorada discusión.
Colatino, uno de los presentes, esposo de Lucrecia, propuso que, dado que todos eran jóvenes y tenían bríos suficientes, montaran a caballo, llegaran hasta sus hogares y vieran con sus propios ojos a qué se dedicaban sus esposas en su ausencia. Así pues decidieron partir.
Era ya muy tarde cuando llegaron a Colatia, donde estaba la casa de Colatino, sin embargo encontraron a la hermosa Lucrecia trabajando aún en las labores de la lana, pese a lo avanzado de la hora. Lucrecia recibió amablemente a su marido y a sus amigos. Sexto Tarquinio, el hijo del rey Lucio Tarquinio, concibió una funesta pasión.
Pocos días después Sexto Tarquinio volvió a ausentarse del asedio de Árdea y, sin saberlo Colatino, se presentó en su hogar.
Lucrecia lo recibió y lo atendió amablemente. Después de cenar fue conducido a la habitación de los huéspedes. En mitad de la noche Sexto Tarquinio apareció en el dormitorio de Lucrecia, le confesó su pasión y trató de conmoverla. No lo consiguió. Entonces por la fuerza abusó de ella. Después se marchó.
Muerte de Lucrecia y fin de la época real en Roma
Tan pronto marchó S. Tarquinio Lucrecia envió mensajeros a Roma, en busca a su padre, y a Árdea en busca a su esposo. Llegaron sin demora Espurio Lucrecio, padre de Lucrecia, y también Colatino, esposo de la joven, acompañado del patricio Lucio Junio Bruto.
Lucrecia les contó lo acaecido la noche anterior y en presencia de su esposo, de su padre y de Junio Bruto, sin que pudieran evitarlo ninguno de ellos, se clavó el cuchillo que llevaba oculto con el fin de lavar su mancillado honor.
Bruto, en tanto sacaba el cuchillo del inerte cuerpo de Lucrecia, juró vengarse del rey Tarquinio y de toda su familia.
Sacaron a la calle el cadáver de la joven, la gente se congregó. El duelo se trocó en cólera al conocerse que la muerte de la joven la había provocado la brutal actuación del hijo del rey. Bruto animó a los reunidos a empuñar las armas y a tomar venganza. Unos pocos quedaron junto al padre de la joven, los demás se dirigieron a Roma bajo el mando de Junio Bruto.
En Roma se produjo la misma indignación: las circunstancias de esta muerte colmaron la paciencia de los romanos. Decidieron desposeer al rey de su mando y condenarlo al destierro con toda su familia.
Enterado el rey de los disturbios, abandonó el asedio de Árdea y acudió a Roma. Encontró las puertas de la ciudad cerradas. Así pues decidió partir hacia el exilio y marchó desterrado a Etruria.
Según la tradición analística Lucio Tarquinio “el Soberbio” reinó veinticinco años. La monarquía había durado en Roma doscientos cuarenta y cuatro años en total.
Se convocaron los comicios y los hombres, reunidos por centurias de acuerdo con las normas que había dado el rey Servio Tulio, fueron llamados a votar. Entonces se eligieron los dos primeros cónsules de la historia de Roma: Junio Bruto y Colatino, esposo de la desafortunada Lucrecia.
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1 Los antiguos romanos consideraban prueba de gran virtud en las mujeres el hecho de que se ocuparan de los trabajos caseros, y esto lo simbolizaban en la labor de preparar y tejer la lana.
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