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Edición nº 3 - Junio/Agosto de 2008

SIGLO XVI.

MARIA PACHECO, VIUDA DE PADILLA.

UNA NOBLE ESPAÑOLA LEVANTO LA CIUDAD DE TOLEDO FRENTE AL EMPERADOR CARLOS V, CONTINUANDO LA LABOR DE SU MARIDO, JUAN DE PADILLA.

por Laura López-Ayllón

María Pacheco se enfrentó al Emperador Carlos V, recién llegado a España, y mantuvo rebelada la ciudad de Toledo durante más de cinco meses, lo que no le fue perdonado jamás. Juan de Padilla fue decapitado en la localidad vallisoletana de Villamar el 23 de abril de 1521 junto a Juan Bravo y Francisco Maldonado, por ser los tres cabecillas de la rebelión de los Comuneros que mantuvo la burguesía de Castilla contra el recién llegado Carlos de Flandes. Durante mucho tiempo su nombre no figuró con el de los Comuneros en el monumento de Villalar, pero ahora ya está junto a los demás.

Noble de elevada posición, pues era descendiente de los Mendoza y los Villena, dos familias Grandes de Castilla, María de Padilla recibió una educación exquisita y retiró la palabra a su padre por hacerle casar a los 15 años, en 1511, con Juan de Padilla, un pequeño hidalgo toledano que entonces tenía 20 años y con el que mantuvo después una magnifica relación ideológica y de pareja hasta su muerte.

La política de Carlos V cuando llegó a España en 1517, y sobretodo la de sus consejeros, que ocuparon todos los cargos del gobierno y aplicaron una política fiscal excesiva para conseguir los fondos que necesitaba El Emperador para fuera, los castellanos y los artesanos e industriales, es decir, la burguesía, se sublevaron contra la aristocracia, en lo que acabaría siendo la Guerra de las Comunidades (1520-1522). Juan de Padilla, Capitán General de las tropas comuneras, representaba a Toledo, mientras que Juan Bravo dirigía las fuerzas de Segovia y Francisco Maldonado las de Salamanca.

María de Pacheco, nacida en La Alhambra, palacio regalado por los Reyes Católicos a su padre, Iñigo López de Mendoza, segundo conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar, eligió el apellido Pacheco por su madre, hija del marqués de Villena, duque de Escalona, tuvo una educación exquisita, pues conocía varios idiomas, y tuvo por maestro de la cultura renacentista a Pedro Martir de Anglería.

Tras la decapitación de Juan Padilla, con quien compartía ideales y de quien estaba muy enamorada, María tomó las riendas de la revolución en Toledo, no sólo por considerar que debían seguir defendiendo sus ideales, sino también para vengar la muerte de su marido. Al grito de “¡Padilla”, “Padilla”! se trasladó con sus seguidores al Alcázar y, desfilando por las calles de la ciudad, se convirtió en la autoridad de los Comuneros en la ciudad.

Cuando la situación se hizo insostenible, María firmó acuerdos con los realistas, que sospechaba no iban a cumplir, y el 3 de febrero de 1522 salió por la noche ayudada por su hermana y su cuñado. Fue condenada a muerte, pero el rey de Portugal, donde se había refugiado, no concedió la extradición y murió en la miseria antes de los 35 años, sin doblegarse nunca a pedir perdón.

Criticada al principio por personalidades como Luis Vives, que opinó que su marido no había sabido controlarla, y por otras voces, para las que Padilla había permitido a su mujer opinar sobre temas competencia de hombres, María Pacheco, dejó establecido en su testamento que sus huesos fueran llevados junto a los de su marido.

Su casa de Toledo fue derribada v hasta los cimientos, arado su suelo y sembrado de sal.


















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