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Edición nº 3 - Junio/Agosto de 2008

Con un vidrio del cielo me he cortado (Soliloquio II, en clave de mí) de J. Aurelio Sáncez Tadeo Semen Ediciones por Ana Alejandre

Con un vidrio del cielo me he cortado (SoliloquioII, en clave de mi), portada.


A continuación, se exponen varios poemas y sonetos que están comprendidos en el poemario de J. Aurelio Sánchez Tadeo, Con un vidrio del cielo me he cortado (Soliloquio II, en clave de mí), en los que se puede apreciar la belleza poética e intimista de sus versos.


Darwin


Con mi huella dactilar

te dí mis señas

mi nombre y mis apellidos

con firma y rúbrica incluídas.



En esa huella carnal

que me dalata de cuanto soy

y represento,

están bien detallados

los siglos que vivió

toda mi estirpe;

en cada tiempo y circunstancia.


Pues en ese laberinto inconfundible

de mi dedo pulgar,

entre sus curvas intrincadas

y misteriosas,

aparecen radiografiados

mis remotos orígenes

por cientos de generaciones.


Seguro que en Babel

ya estaban mis pareintes

y en el Arca de Noé

también estaban.


Yo soy el novísimo

muestrario mimético,

en el que puedes escogerme

y mostrarme

como hipotético ejemplo

de la evolución de Darwin.


Nuestra Cita

Es imposible vernos esta tarde

a pesar de haber quedado

Nuestra cita se ha ido alargando

en la distancia del tiempo y el paisaje.


Tú no puede regresar

y yo no puedo salir a buscarte

porque no sé

en qué lugar del silencio

te encuentras ahora.


Las entradas del cine las tengo todavía

en mi chaqueta de pana

esa que tanto te gustaba.

Esperándote estoy en la esquina del tiempo

junto al Mercado Chico,

muy cerca de la casa de mis padres

y a un paso del Gran Cinema.


Yo no sé qué ha sucedido,

sólo sé que te amo

y tú no estás

pero te espero

a pesar de los años transcurridos

y no quiero despertar de este buen sueño.


Así que seguirés esperándote,

aunque los fríos de Enero

me congelen los huesos

y el fuego de agosto me abrase las entrañas..


Iris

¿Será verdad

que volveré yo a verte?


Con un vidrio del cielo me he cortado.

La sangre me fluye

a borbotones

por la herida del recuerdo.


Y no pienso nada más

que en tus ojos

y mil veces en tus ojos

parentes pupilas

maravillosos y límpidos,

unas veces verdiazules

y otras grisazulados.


Espejos de la mañana

donde el amor se miraba

encendiéndose de gozo

dentro de mi yo,

pues eran el cielo mismo.


Tu nombre


Voy a romper la palabra

en mil pequelños pedazos

hasta que sílaba a sílaba

pueda pronunciar tu nombre.


Pero, dime:

¿Qué porvenir me aguarda

en tan dura lejanía,

si solo con tu hoguera

en mi memoria

ya es bastante?...


¡Y para qué más

incendio!


Ironías de la vida


Dicen que soy de tungsteno

y no se dan cuenta

de que hasta el metal

se fatiga.


He llegado hasta aquí

y estoy pidiendo calma

a mis arterias,

a mi corazón,

a los músculos que me quedan,


a la glucosa

y al colesterol.


En fin,

a todo lo que me compone,

pues no se dan cuenta

de que estoy viviendo

con un crédito,

que vence

quizás la semana próxima.


Así que voy a poner un mensaje

-por el móvil-

a ese amigo del alma

que domina la pala y el azadón,

para que me espere allí

en una muy larga espera,

en la calle veintiuno

de mi parcela final,

en la que

durmiendo están

mis padres y mis abuelos,.

en el Camposanto Nuevo

de la vieja carretera

de Ávila a Mingorría.


Nuestra casa


No es la soledad

ni el silencio

los que sostienen la casa

y sus cristales intactos;

inamovible a los golpes,

a la incuria y a los vientos,

a los pedriscos de junio

y al dolor de los recuerdos.


Es la soledad de tí

la que la sostiene toda

y solo tu ausencia misma

la que apuntala

sus muros

y el sufrir de mi memoria.


Tres sonetos místicos

2004

1

La corriente que nos lleva

En donde te escondiste compañera

que mi otro yo te busca en su locura

te veré quizás de otra manera

o dentro del temblor de mi tortura.


Subiendo estoy la rampa y la escalera

que ascienden al jardín de la espesura,

entre lirios y rosas tu figura

se me hace más real y verdadera.


El tú y el yo bebiendo de la fuente

que mana de lo puro de la roca,

lo triste nos parece sonriente


y lo amargo más dulce en nuestra boca,

cuando se funde el agua en la corriente

del amor que a la gloria nos convoca.


II

Mi alma y yo

Dímelo amor, en qué rugiente hoguera

se ha encendido tu luz que tanto brilla.

¿Ha sido más allá de nuestra orilla

o en nuestra intimidad de primavera?


Ese tú y ese yo que en la pradera

criamos en ardiente maravilla,

hoy apura la hierba que se humilla

de tanto que violamos su frontera.


Por eso sin tristeza ni locura

el alma incandescente es viva brasa

tan fiero es el amor que me traspasa


que grita en el gozar de esta tortura,

volviéndome de nuevo criatura

para a solas amarte en nuestra casa.


Poema de catorce versos

2006

Escrita la verdad en mi palabra,

frase a frase con sílaba infinita,

muy alto está el acento de mi cita

de esa luz que reclama que se abra,


que se abra la puerta ¡abracadabra!

pues no importan tapones a mi espita,

que el agua va hacia abajo, mientras labra

caminos de una glosa nunca escrita.


Así llegué al final de mi dilema,

letra a letra por siempre encadenadas

formando endecasílabos, fonema


del verso que revive en muchas nadas,

catorce de once en once, entre paradas,

haciéndose soneto en mi poema.

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