Ediición nº 11 - Abril/Junio de 2010

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Las Mondas de Talavera de la Reina

Fiesta declarada de interés turístico nacional

por José María Gómez Gómez

Talavera de la Reina, su Ayuntamiento, sus historiadores y estudiosos, y la generalidad de los talaveranos han hecho realidad su decidido empeño: la Fiesta de Mondas, una de las más antiguas de España, ha sido declarada “de interés turístico nacional”. La ciudad se dispone a celebrar con recrecidas ilusiones su fiesta más entrañable el sábado día 10 de abril.
Abrumados por el apretado y variadísimo ceremonial profano que, a lo largo de la historia, tuvieron los festejos de las Mondas, con demasiada frecuencia pasa desapercibido para muchos el significado religioso de la fiesta. Y ésta no es otra que los Purísimos Desposorios de Nuestra Señora, fiesta hoy desaparecida del calendario litúrgico pero que tuvo en los Siglos de Oro un indudable esplendor y gran arraigo popular. Dicho de otra manera, la Fiesta de Mondas, cuyo origen como es sabido data de la época de los romanos (con más de dos mil años de antigüedad), tal y como se ha conservado en la tradición cristiana desde hace catorce siglos es una boda. Así de claro y de sencillo: la boda de la Virgen María con San José. De ahí el "aire de boda" de todos sus ritos y celebraciones, la alegría de la Pascua y los obsequios a la novia, obsequios de pureza ("munda", monda) a la Virgen del Prado.
En 1507, tuvo lugar el suceso determinante para la revitalización de la fiesta de Las Mondas cuando, a finales de la Edad Media, había entrado en visible decadencia. Tal suceso determinante fue tenido por los contemporáneos, y los historiadores que años después lo recogen, como milagrosamente providencial. Nos referimos a la PESTE DE 1507 que asoló, con violencia terrible, en Talavera y sus moradores. Tan grave fue la situación que los talaveranos abandonaron sus casas y se marcharon a los pueblos vecinos, alarmados por la tremenda mortandad que provocaba la Peste. Fue entonces cuando, reunidos el Cabildo de la Colegial (eclesiásticos) y el Cabildo del Ayuntamiento (autoridades civiles), pronunciaron VOTO SOLEMNE ante la Virgen del Prado de recuperar y revitalizar con todo esplendor la fiesta de Las Mondas, si Talavera de la Reina se salvaba de la Peste y la entonces villa no desaparecía. Cuando el contagio y la mortandad remitieron, los talaveranos regresaron a sus casas e hicieron valer el Voto. De entonces data el esplendor de Las Mondas, cuyo origen se remonta a la época de los romanos. Unos años después (en 1515) se redactaron unas minuciosas ORDENANZAS que reglamentaban con todo detalle el impresionante protocolo festivo que llenaba los quince primeros días de Pascua. Para su organización se nombraban dos cargos fundamentales: el Canónigo Torero (o Canónigo de Mondas) y el Regidor Torero (o Regidor de Mondas). Tales nombres se derivan del hecho de encargarse de organizar el festejo más popular y concurrido en Las Mondas: los encierros y corridas de toros. Igualmente, unos años después, se creaba la Hermandad de Caballeros de la Virgen del Prado para mayor servicio de la Ermita y lucimiento de la fiesta.

Los orígenes de Las Mondas
Hay que conceder, desde luego, que el origen del rito de las bodas en el santuario de la Virgen del Prado es una herencia romana o, mejor, grecolatina. Todos los historiadores y estudiosos, que desde antiguo han escrito sobre la talaverana fiesta de las Mondas, coinciden en afirmar que, antes que una Ermita o templo cristiano, en el mismo lugar existió un templo pagano dedicado a la diosa Ceres, o Pales, que en esto hay diferencias y disputa entre quienes lo estudian (Ceres era la diosa de la agricultura y Pales la diosa de los ganados y rebaños). Cosme Gómez de Tejada, historiador de Talavera en la primera mitad del siglo XVII, es quien practica el análisis histórico y filológico más minucioso, y concluye que Ceres, Pales, Tellus (la Tierra) y Proserpina (hija de Ceres y de Júpiter o Zeus) venían a ser distintos modos o momentos de una misma devoción religiosa y prácticamente la misma divinidad (como las distintas advocaciones y fiestas religiosas de la Virgen María o de Cristo).
Pues bien, la fiesta que los romanos celebraban en el primitivo santuario pagano de Talavera era, precisamente, la boda o desposorios entre Proserpina (hija de Ceres y confundida con ella misma) y Plutón u Orco, dios de las profundidades infernales, dios del más allá, hermano de Ceres y de Júpiter. Lógicamente, al tratarse de los primeros dioses o dioses mayores del Olimpo, hubieron de procrear entre hermanos y hermanas, etc... Proserpina fue hija de Júpiter y su hermana Ceres. Era tan hermosa que su tío Plutón (también llamado Orco), hermano de su padre y de su madre, se enamoró de ella, viéndola en una selva apacible y florida de Sicilia, divertida en coger flores, apartada de sus doncellas. Era hermosísima y virgen. Plutón, no pudiendo conseguirla de otra manera, la raptó con su carro de veloces caballos y, a pesar de encontrar muchos y peligrosos obstáculos, consiguió esconderse con ella en las profundas cavernas de la tierra, en su reino infernal. Proserpina iba entre tanto dando grandes y lastimeras voces, pidiendo socorro a su madre Ceres y perdiendo en el camino las flores que con tanto cuidado había cogido. Enterada Ceres del robo de su hija, e ignorando quién era el atrevido raptor, hizo grande llantos, subió a toda prisa en su carro de alados dragones y comenzó a recorrer todo el mundo buscándola de día y de noche. Para que las tinieblas no la escondiesen, Ceres encendió dos pinos en el volcán del monte Etna y así iluminó las más espesos bosques y las cuevas más oscuras y profundas. Tras largo peregrinar, donde hubo morosos contratiempos, Arethusa descubre a Ceres que su hija Proserpina, robada por su hermano Plutón, reinaba contenta en el Averno. Ceres voló al cielo y quejóse a Júpiter de la gran injuria que su hermano había cometido violando leyes humanas y divinas: le pidió justicia, castigo contra el tirano y restitución de Proserpina (al parecer Júpiter era cómplice del rapto) y mandó a Venus que hiriese el diamantino corazón de Plutón, el tartáreo rey, por que ninguno pudiera gloriarse más valiente en la resistencia de las doradas flechas de Cupido. Júpiter respondió a Ceres que Proserpina era hija de ambos, común prenda y común la injuria, si se podía hablar de tal, ya que Plutón había obrado acuciado por el amor, y por tanto su exceso es digno de perdón... Y añadió el todopoderoso Júpiter: "Mas si tanto es el deseo de tenerla contigo, hoy ha de vengarte de tu hermano, odio que fuera justo deponer. Volverá (Proserpina) a los celestiales palacios si no hubiese regustado los infernales manjares, decreto inevitable de las Parcas". Entonces Ceres bajó al infierno para sacar de allí a su hija, pero Ascálafo, hijo de Acheronte, declaró que, divirtiéndose la joven reina tartárea por los avernos jardines, cortó una granada y comió siete granos, por lo cual le estaba prohibido volver con su madre a respirar las celestiales auras. Lloró tanto Ceres que Proserpina, en castigo, convirtió a Ascálafo en búho infausto. Júpiter se apiadó del llanto de su hermana Ceres y se convirtió en árbitro de los dos hermanos: permitió que Proserpina viviese seis meses del año con su tío y marido Plutón en el infierno y otros seis con su madre Ceres en el cielo. Estos son los misterios que se celebraban en época de los romanos bajo el nombre genérico de "Munda Cereris", las "Mondas u ofrendas de Ceres". Eran la felicidad de una boda. Hasta aquí Cosme Gómez de Tejada.
Al cristianizarse, las Mondas, como hemos dicho, pasaron a ser ofrenda y felicidad de la gran "boda" cristiana: los Desposorios de la Santísima Virgen María con el bienaventurado San José. Varias son las representaciones de esta escena que existen en Talavera. Yo destaco dos. Una de ellas es una estupenda pintura, conservada en la sacristía de la Colegial, firmada por G. Becerra. Pero más interesante me parece el panel de azulejos de los Desposorios, uno de los más curiosos y significativos dentro del inigualable conjunto de los zócalos de la Basílica del Prado, zócalos que se deben al interés y sapiencia del mismo historiador citado, Cosme Gómez de Tejada, como hemos dicho tantas veces. En el panel de azulejos se narra la leyenda de los Desposorios, basada en los evangelios apócrifos, cuyos grandes rasgos son los siguientes. María, según acostumbraban las jóvenes hebreas, en su adolescencia había prometido en el templo mantener su virginidad. Zacarías, el sacerdote, pidió a Dios que le revelara lo que tenía dispuesto para María. Dios le mandó reunir a todos los viudos del pueblo israelita, los cuales debían traer una vara consigo. El dueño de aquella en la que aconteciera una señal sobrenatural sería el futuro esposo de María. Se presentaron doce pretendientes. Zacarías llevó las doce varas (símbolo de los doce linajes o tribus de Israel) al templo, y después de rezar se las devolvió a sus dueños. Sucedió el milagro. La vara de José floreció y de ella salió una paloma que se posó sobre su cabeza. Zacarías entendió la respuesta de Dios y entregó a María por esposa a José. En el panel de cerámica se ha pintado el momento de la bendición matrimonial, mientras los otros pretendientes, despechados, rompen sus varas, que no han merecido el favor de Dios.
Esta boda de María y José es lo que celebran las Mondas de Talavera. Por ello es por lo que las llamamos, desde el punto de vista de la tradición religiosa, fiesta de Los Desposorios de Nuestra Señora. Así lo dicen todos los historiadores que las han descrito, especialmente Cosme Gómez de Tejada. Este insigne estudioso, en su HISTORIA DE TALAVERA Y DE SUS MONDAS (primera mitad del siglo XVII, como ya hemos dicho), en su importantísima descripción de todas las ceremonias, escribe que, el tercer domingo de Pascua, último día de las fiestas antiguas, se llevaba la Monda de la Iglesia Mayor (la Colegial), que consistía en lo siguiente: "Llévase agora la Monda de la iglesia mayor, que no es de cera, como las demás, sino en unas andas bien aderezadas, dos pequeños bultos de Nuestra Señora y San Josef vestido de azul y blanco, que representan sus Purísimos Desposorios". Y a continuación describe lo que era una grandiosa procesión de toda la clerecía de Talavera (curas de las parroquias y frailes de los conventos) con paradas en determinados lugares en que se confeccionaban altares "bien aderezados". Era el cortejo de las bodas de María y José...Así se explica el ceremonial lúdico de las Mondas. Todo eran parabienes a los nuevos y eternos esposos, en cuyo honor se realizaban las tareas y festejos propios de las bodas: el acarreo de leña, los obsequios (mondas) de cera, pan, ramos de flores y otros, las corridas de toros (eran muy frecuentes en la época antigua para festejar bodas, sobre todo de nobles y poderosos). Cuando las mondas se recogían en las parroquias para llevarlas a la entonces Ermita del Prado, tenían lugar alegres y concurridos bailes en las iglesias. Durante el trayecto, las mujeres talaveranas y de los pueblos que traían monda, acompañaban cantando y tocando panderos. Siempre iban delante atabales, clarines y chirimías. Era, efectivamente, un día de bodas, las más alegres y dichosas que se celebraban cada año. En ellas se conmemoraba los Purísimos Desposorios de María y José.

El Cortejo de Mondas
Actualmente resume en una tarde lo que en otro tiempo eran 15 días de festejos
Aunque faltan las carretadas de leña de los montes y los cuartos de los toros transportados en serones de mulas y en carros olorosamente enramados... Aunque falta la clerecía y los estandartes y pendones de la Colegial, de las parroquias talaveranas y las de los lugares de su Antigua Tierra... Aunque faltan los encierros de toros por las calles y plazas de la villa con participación de un inmenso gentío, que convertía a Talavera en un amplio coso y las calles cerradas con talanqueras... Aunque faltan los panecillos de Mondas y los Altares primorosos y los Arcos Triunfales a lo largo del recorrido... Aunque faltan otras muchas cosas que hacían de los Mondas el más antiguo y conocido conjunto de festejos que se celebraba en España... En la actualidad, el CORTEJO DE MONDAS resume buena parte de aquel antiguo esplendor y, de año en año, se enriquece muy dignamente.
Hoy día el Cortejo de Mondas quiere ser, en el espacio de una tarde, resumen y compendio de aquellos inacabables festejos que en los siglos XVI, XVII y XVIII llenaban los quince primeros días de Pascua Florida. Desde la Plaza del Pan, donde se inicia el Cortejo ante la presencia de los numerosos Alcaldes de los pueblos y autoridades asistentes, hasta la Basílica del Prado en que tiene lugar la ceremonia final del intercambio de los bastones, el Cortejo discurre por calles talaveranas abarrotadas de gente (de la ciudad y de la comarca), que aplaude y aclama incesantemente. Conviene resaltar aquí el carácter de “fiesta de la comarca” que tienen las Mondas desde el tiempo de la fundación de la fiesta hasta nuestros días. Dicho con propiedad: Las Mondas son la fiesta de Talavera y los lugares de su Antigua Tierra, a los que en estos últimos años se han sumado numerosos pueblos de la actual comarca e, incluso, de más allá de la misma.
Abre el Cortejo, como antiguamente, el Mayordomo Abanderado y los Alguaciles y Maceros, todos a caballo. Siguen Caballeros de la Antigua Nobleza, que enarbolan pendones con escudos de armas de los Loaysa, los Meneses, los Mendoza, los Girón, los Carvajal... Siguen, también a caballo, los Caballeros de la Virgen del Prado y representación de los Gremios Antiguos y Oficios, base de la organización de Las Mondas en la Edad Media.
Cuatro espectaculares CARROZAS conforman la esencia del significado y antigüedad de las Mondas y sus dos mil años de historia. Representa la primera Carroza la ÉPOCA ROMANA en que tuvo lugar el origen de la fiesta, que no es otro que las ceremonias de ofrendas (cera, leña. carne de toros, carneros, cereales y productos agrícolas, danzas...) en honor a la diosa Ceres con motivo de las primaverales Bodas de su hija Proserpina con el dios Plutón... La segunda Carroza simboliza la ÉPOCA VISIGODA, en que tuvo lugar la cristianización del rito: según la tradición, fue el rey Liuva II, en el año 602, quien regaló a Talavera la primitiva imagen de la Virgen del Prado y el antiguo Santuario de la Diosa Ceres fue sacralizado como Santuario de la Virgen del Prado, pasando a celebrarse desde ese momentos las Mondas Romanas en su honor, ya cristianizadas, y con motivo ahora de las Bodas o Purísimos Desposorios de la Virgen con el castísimo y bienaventurado San José. La fiesta de Las Mondas sobrevivió a la invasión y casi cuatro siglos de ocupación musulmana en Talavera. Tras la reconquista de la Villa y Tierra a finales del siglo XI, tuvo lugar la reorganización de la fiesta, estructurándose de acuerdo con los distintos Gremios y Oficios de las diversas Parroquias. Y así llega la fiesta, un tanto decadente, a comienzos del siglo XVI.

La tercera Carroza evoca los llamados DÍAS DE DOLOR, es decir, la Peste funesta que asoló Talavera en 1507 e hizo que los talaveranos buscaran refugio en los lugares vecinos. El Ayuntamiento y la Clerecía imploraron entonces el favor de la Virgen del Prado, ante el temor de que la incesante mortandad acabara con la villa, y pronunciaron Voto Solemne de que, si remitía la Peste y se salvaba Talavera, celebrarían con el mayor esplendor la Fiesta de Mondas en honor a la Virgen del Prado. Así sucedió. Y en 1515 se redactaron una nuevas y minuciosas Ordenanzas y quedaron reestructurados y ordenados con todo rigor los diversos protocolos de los diferentes actos que se desarrollaban durante los primeros quince días de la Pascua Florida.
La cuarta Carroza representa la creación de la HERMANDAD DE CABALLEROS DE LA VIRGEN DEL PRADO, que tuvo lugar en 1538, estableciéndose en sus Ordenanzas que su vestidura luciera para siempre los colores azul y blanco, emblemáticos de la Virgen María y su inmaculada pureza, de la que los Caballeros se proclamaban defensores. La Hermandad había de contribuir muy eficazmente en el futuro al mayor esplendor de Las Mondas.
A estas Carrozas, que se mantienen cada año como resumen histórico de la fiesta, se suelen añadir hasta cuatro y cinco más, cuya temática y conmemoración varía
Otros elementos del Cortejo se mantienen invariablemente año tras año. Así, la TORRE DE LA IGLESIA DE TALAVERA LA NUEVA, maqueta que portan jóvenes del pueblo ataviados con los trajes típicos. El pueblo de Pepino ofrece un pintoresco VELÓN DE CERA, elaborado a la rústica manera antigua. Segurilla, que suele venir con todos los miembros de su Ayuntamiento y el grupo de Quintos y Quintas del año ataviados con los vistosos trajes de la Fiesta de la Vaquilla, porta una bella MONDA. Y otro tanto hace también Mejorada, los miembros de cuyo Ayuntamiento vienen en este caso acompañados por los bien uniformados alabarderos de su recuperada Soldadesca. Otro tanto cabe decir de la participación de Alcaudete de la Jara y su bien cuidada y tradicional Soldadesca, como Espinoso del Rey, que a la participación de su afamada Soldadesca une la de la Asociación de Mujeres “Ntra. Sra. de los Remedios”.
Muy importante resulta la participación de buen número de las Asociaciones de Vecinos de los Barrios de Talavera: Puerta de Cuartos, El Faro, Puerta de Zamora, San Jerónimo, Patrocinio, La Milagrosa, El Casar, La Solana, Barrio de Santa María...

Todo el trayecto del Cortejo se ameniza con la inconfundible y tradicional música de los diversos Grupos de Dulzaineros que lo jalonan, trasladándose desde Madrid, Segovia y otros lugares de Castilla.
El Cortejo se enriquece y cobra colorido y espectacularidad con los diversos Grupos Folclóricos que, intercalados entre las Carrozas y Asociaciones, hacen la delicia de los presentes y curiosos, por el atavío de los trajes típicos y los bailes y canciones que ejecutan a lo largo del recorrido: suelen ser habituales los Grupos de “Puerta de Cuartos” y “Pizarro”, de Talavera, los insustituibles y entrañables “Pastores de Parrillas”… Y no suelen faltar algunos Grupos Folclóricos venidos de lejos y que nos traen el sabor de su folclore asturiano, gallego, alcarreño, madrileño, manchego, etc...
La emoción final la pone cada año GAMONAL. Este querido pueblo, hoy barrio talaverano, se ha distinguido a lo largo de la historia por su entrañable apego a Las Mondas. En los momentos de mayor crisis, cuando parecía que la fiesta iba a desaparecer, allí estuvo Gamonal con su Alcalde y su CARRITO DE MONDAS. Éste constituye, pues, el símbolo más legítimo de Las Mondas: se trata de un pequeño carrito castellano tirado por dos carneros que se crían exclusivamente para este menester. El carrito está repleto de romero, sobre el que campean numerosas banderitas de tela y papel confeccionadas por las mujeres de Gamonal para la ceremonia. El carrito cierra el Cortejo y entrará entre vítores y aplausos en la Basílica del Prado hasta los pies mismos de la Virgen para cumplir así el ritual de siglos de Las Mondas. Le precede, marcial y victoriosa, la SOLDADESCA DE GAMONAL, con sus capitanes, sargentos y alabarderos, luciendo el esplendor de sus atuendos y haciendo la salva y reverencia a la Virgen.
Detrás, y en riguroso orden protocolario, siguen Maceros y Guardia Real, los Alcaldes de Talavera y de Gamonal, las Autoridades invitadas, los Alcaldes de las Antiguas Tierras e invitados, la Banda Municipal de Talavera, Cruz Roja y Protección Civil.
Las Mondas llegan a su punto culminante en la CEREMONIA DE OFRENDAS A LA VIRGEN DEL PRADO e INTERCAMBIO DE BASTONES en la Basílica, meta y punto final del Cortejo. Éste tiene como finalidad primordial (lo dijimos al principio) llevar ofrendas a la Virgen del Prado en sus Bodas o Purísimos Desposorios con San José. Por eso, las distintas Asociaciones y Grupos llegan hasta los pies de la Virgen depositando sus ofrendas: mondas, cirios, ramos de flores, manjares y productos de la tierra...
Efectuadas las ofrendas, se procede a la CEREMONIA DEL INTERCAMBIO DE BASTONES. Es otra añeja tradición vinculada a Las Mondas. Se celebra en el interior de la Basílica y recuerda el Voto Solemne pronunciado con motivo de la Peste de 1507: el Alcalde de Talavera, en presencia del Rector de la Basílica, intercambia su bastón de mando con los Alcalde asistentes, en señal de agradecimiento a los pueblos de la antigua Tierra y Comarca por al ayuda prestada en la Peste cuando los talaveranos buscaron refugio fuera de Talavera. El Alcalde de Talavera recibe a los numerosos Alcaldes de los pueblos en la entrada de la Basílica, donde les obsequia con un bastón con empuñadura de cerámica, en señal de intercambio. Al recibirlo, los Alcaldes solían exclamar: “¡Señor Alcalde, el bastón está en buenas manos!”. Entonces, el Alcalde de Talavera y el Rector de la Basílica acompañan a los Alcaldes y autoridades hasta el Presbiterio, donde se irán colocando en las gradas detrás del Altar Mayor. Terminada la ceremonia de Intercambio, hace su entrada ya referida el Carrito de Mondas de Gamonal. El acto llega a su culminación: desde el Altar Mayor el Alcalde de Talavera hace su plegaria y ofrenda, que es contestada con las palabras del Rector de la Basílica, cerrándose el acto con el canto del Himno a la Virgen del Prado por todos los presentes. Toda la ceremonia de la Basílica está magnificada con cantos a la Virgen del Prado, normalmente a cargo de alguna de las corales talaveranas (“Coral Talabricense”, “Coral Los Alcores”...).
Finalmente, mientras Alcaldes y autoridades son obsequiados con un refresco y vino español, en la explanada de los Jardines del Prado tiene lugar una amplia Muestra de Bailes a cargo de los Grupos Folclóricos. Se cierra así el minucioso programa de actos del día de Mondas.








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