Ediición nš 11 - Abril/Junio de 2010
Maestras rurales
MAESTRAS RURALES
por Laura López-Ayllón
COMENTARIO DE LA FOTO
La foto de hoy es la de mi abuela, Victoria Dolores Sabas Sopena, que fue maestra muchos años en Albelda de Litera, Huesca, donde su marido Lorenzo Barea ejerció también la docencia. La foto, donde debían estar todas las entonces niñas de Albelda, figuran también sus tres hijas, entre ellas mi madre. Mi abuelo cuenta con una calle porque al parecer fue muy bueno y sus alumnos alcanzaron muy buen nivel. Mi abuela no contó nunca con calle, ya se sabe que las mujeres no figuraban nunca, sólo estaban apoyando y criando una familia, en este caso de seis hijos, además de ejercer su magisterio. Ella y las hermanas de mi abuelo, Emilia y Eduvigis, fueron de las primeras que ejercieron magisterio rural en pueblos de Aragón. La curiosidad de la foto está también en el hecho de que la escuela ocupaba un edificio de la calle del hospital que dicen que pudo ser hospital de peregrinos de uno de los caminos que cruzaban Aragón camino de Santiago de Compostela.
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No creo que nunca tuviera que firmar un contrato como el que hemos visto, pero me consta que hubieron muchos similares en diversos sitios de España.
LA LABOR NO SIEMPRE BIEN RECONOCIDA DE LAS “MAESTRAS RURALES”
Las mujeres que acudieron en los comienzos de la educación a los pueblos, unos más perdidos que otros, ejercieron una labor en el mundo femenino que no ha sido suficientemente estudiada, en mi opinión.
Las nuevas generaciones deberían conocer como eran los pueblos de entonces, sobretodo los pequeños y de difícil acceso, ahora destino de los fines de semana, pero entonces mundos bastante cerrados a los que llegaba en ocasiones una joven mujer acostumbrada a las costumbres de la capital.
Hoy se habla de las cámaras que vigilan e incluso se hacen programas basados en la vigilancia, nada que ver con moverte en un ámbito pequeño que te conoce, te observa y te juzga. Hace ya años una profesora de instituto me comentaba que pediría el traslado porque en la ciudad donde estaba destinada no podía “ir a tomar copas” sin encontrarse a sus alumnos.
Yo destacaría en las maestras rurales varías cualidades, entre ellas la valentia, una buena dosis de vocación y mucho espíritu. Su acción con las niñas que estaban a su cuidado no era meramente de trasmisión de conocimientos académicos sino que abarcaba otros aspectos, desde labores a educación general para aquellas niñas que no contaban muchas veces más que con la tradición popular (muy aceptable por otra parte)
El mundo podía ser ampliado en la escuela y así sucedió en muchos casos.
Este trabajo se hacía en muchas ocasiones con una remuneración escasa y, si en algunos pueblos existían casas a disposición de las maestras (yo he visto algunas), en otras ocasiones obligaban a un gasto importante que condicionaba la vida.
Años más tarde tuve ocasión de saber que en hostal-residencia en el que se alojaban los maestros existía un menú especial y menos copioso para que los maestros pudieran pagarlo.
En el ambiente de un pueblo cerrado a fines de los siglos XIX y XX la maestra que accedía a un contrato en la escuela debía situarse en un ambiente, en el que el saber la colocaba por encima de los habitantes del pueblo pero el dinero no, de modo que su vida era como una cuerda floja entre el saber y el dinero.
Muchas llegaron a casarse con gente de relevancia en el ámbito rural, eso es cierto, con otros maestros etc, pero y las que no lo consiguieron y se encontraban allá donde fueran con los que tenían capacidad para criticarla. De esta situación salieron muchas mediante su dedicación y eficacia en su campo de trabajo: LA ESCUELA.
Hace años tuve ocasión de sustituir a una de mis tías en su escuela de los alrededores de una ciudad durante un mes. No eran demasiadas niñas en su conjunto, pero pertenecían a seis niveles, desde las que hoy estarían en una guardería hasta las que preparaban para un certificado de estudios. Lo pasé mal durante los primeros días porque lo más difícil que fue necesario aprender era como mantener la actividad de todas en los diferentes niveles. Pero encontré el trabajo gratificante y me gustó, quizá porque he nacido y me he criado en una familia dedicada a esta actividad.
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